Es posible que al abordar un
tema tan resbaladizo como el que nos ocupa, pudiera incurrir en equívocos o
interpretaciones supuestamente subjetivas pero aún en tal caso uno asume el
riesgo, no sin el pleno convencimiento de que el planteamiento tendrá adictos y
detractores como todo aquel que puede expresar algo sin tapujos ni
condicionantes, atendiendo al imperativo de su conciencia al que no se quiere
ni debe sustraerse.
Un escrupuloso análisis de los dos términos aplicados al tiempo en que nos movemos y, naturalmente concediendo el protagonismo a los gobernantes del pueblo catalán, uno no puede ocultar, desde la triste desazón, las conclusiones que el título de este artículo anuncia.
Un escrupuloso análisis de los dos términos aplicados al tiempo en que nos movemos y, naturalmente concediendo el protagonismo a los gobernantes del pueblo catalán, uno no puede ocultar, desde la triste desazón, las conclusiones que el título de este artículo anuncia.
El populismo arrincona y
abandona el orden legal, el independentismo, bien a través de la invocación de unos
derechos superpuestos a los legales y constitucionales o argumentando el manido
hecho diferencial, descalifica lo legal y se aferra un derecho a decidir
unilateral sacado de la chistera de su jurisprudencia para finalmente ignorar
el orden legal.
Para que se produzcan estos
escenarios es necesario un Líder con cierto carisma y buena verborrea que
conduzca el proceso con habilidad y que
su palabra se transforme en la palabra del pueblo. Su discurso reparte riqueza
por doquier, promete estructuras de nuevo estado donde todos vivirán mejor, pero también fomenta la animadversión hacia
los que no apoyen su proyecto o proceso y se vale de todos los medios
propagandísticos a su alcance para aleccionar al pueblo. Transmite la falsa
ilusión de una mejor subsistencia y en el caso de Cataluña una nostálgica
reivindicación histórica que nos remonta a los primeros Reyes de Aragón y
condes de Barcelona como Ramón Berenguer IV, Alfonso II el casto o Pedro II el
católico, y más aún Wifredo el Velloso (el mítico fundador de Cataluña) que
reunió bajo su gobierno los condados de Barcelona, Gerona, Osona, Besalú,
Cerdenya i Urgell, siendo el último conde nombrado por un Rey franco. A su muerte
estos condados no adquirieron una entidad unitaria ni independiente, sus hijos se repartieron los
títulos y continuaron rindiendo vasallaje al rey franco.
Pero volviendo a nuestros días,
nadie puede negar que desde ese intento independentista, orquestado desde el poder,
se intenta adoctrinar, domesticar, dominar sutilmente al pueblo concibiendo una
particularísima democracia que se arrogan y legitiman en la voluntad popular a
la que previamente ha subordinado, al tiempo que niegan la constitucionalmente establecida;
de ahí la obsesión de promulgar nuevas leyes que les otorguen mayores cotas de
poder.
El populismo es camaleónico y
es capaz de acomodarse a cualquier ideología. El independentismo, por lo menos
en Cataluña, nos ha demostrado que la ideología es lo de menos, aglutinando en
una sola candidatura un batiburrillo de ideologías contrapuestas y contra
natura con tal de conseguir una mayoría que permita alcanzar el objetivo
previsto.
Desgraciadamente, oyendo y
repasando el discurso de Mas en la fallida investidura, hemos sido testigos de
la engañosa ilusión de conseguir un estado independiente casi idílico,
adulterando la verdad, y culpando al Estado central de los males del Estado
autonómico con cifras alucinantes, pero hoy ya no engaña a al que quiere, solo al que puede, y cada vez
menos después aparecer la publicación de Josep Borrell y Joan Llorach “Las
cuentas y los cuentos de la independencia” donde de forma contrastada y
rigurosa se desmonta la aritmética de la Generalit y se pone en evidencia frases populistas como
“España nos roba”. Todo el castillo de naipes construido desde el poder
autonómico se ha venido abajo tras las pasadas elecciones.
No nos detendremos más en constatar más paralelismos, obviando adrede el de la corrupción, que llenaría más de un folio, pero en todo caso la situación actual que vive Cataluña habla por sí misma: una sociedad fracturada, coaliciones políticas desmembradas, partidos sin serios objetivos políticos, una parlamento (con perdón) de feria, un patético intento de investidura y un desgobierno sin precedentes. Pero seamos positivos, de peores situaciones hemos emergido, solo hace falta aplicar el seny català que buena parte de políticos de tres al cuarto, que hoy medran en nuestra cámara, han perdido o nunca poseyeron.
Ante este panorama es evidente
que Cataluña necesita un cambio substancial, pero a estas alturas y a las
puertas de unas legislativas, con la jerga de candidaturas previstas y con el
espectáculo de una campaña electoral asegurado, uno ya no sabe a qué carta jugar;
quizá habrá que emular la solución de aquel viejo chiste “Virgencita, Virgencita,
que me quede como estoy”
Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 26 de
Noviembre de 2015
4 comentarios:
Yo no entiendo de politica ...pero es un hermoso articulo...
feliz año nuevo con salud para todos....
Abrazos
tE DESEO UN FELIZ FIN DE SEMANA....
Abrazos
Marina
Feliz fin de semana con gran afecto
un abrazo
tE DESEO UN FELIZ DIA
UN ABRAZO
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