Se veía venir. Tras muchos
meses de espera a la sentencia del supremo, la reacción ha superado todas las
previsiones, y toda la cordura de antaño que gozaba el pueblo catalán se ha
venido abajo gracias a los políticos ineptos y la irresponsabilidad de un
presidente de la Generalitat inmerso en una ensoñación dirigida desde Waterloo,
con contradicciones inaceptables e incapaz de controlar una situación que se le
ha escapado de las manos, cuando arriesgadamente arengaba a las masas
independentistas.
Buena parte de los analistas
opinan que la deriva política y social de Cataluña proviene de la crisis que
provocó el recurso del Estatuto de Autonomía de 2006 , pero no nos engañemos,
con ser ello cierto, si no se hubiera producido esta causa, se hubiera
inventado o apelado a otra porque la obsesión de buena parte de las formaciones
políticas catalanas es históricamente obsesiva por lograr un estado independiente, y
esta legítima aspiración choca frontalmente con la ley fundamental que todos
los españoles nos dimos democráticamente, si bien es cierto que en política las
leyes siempre pueden cambiarse o derogarse, incluso la Constitución a través de
las normas democráticas que establece el articulado de la propia Carta Magna.
Por otra parte, nadie ha
expuesto con precisión las ventajas e inconvenientes, los beneficios o
perjuicios que supondría una Cataluña constituida en estado independiente al
margen de la U.E. La negligencia de ANC, Ómnium Cultural, “Tsunami Democràtic” (paradójicamente un tsunami solo lleva al caos
y la destrucción; debe ser una destrucción democrática) y otras organizaciones
como GAAR, Escudos por la República, MAC, y naturalmente los CDR, no han hecho,
de una forma u otra, más que perjudicar la imagen de Cataluña en el mundo. Unos
practicando la violencia y otros callando o condenándola arbitrariamente o con
la boca pequeña. Tampoco se nos escapa el “tornariem
a fre-ho” expresión que denota una voluntad y empecinamiento político,
agravado por la ceguera de una experiencia real y un bloqueo programático de
futuro.
No hablaré de la sentencia,
sobre la que ya se han pronunciado prestigiosos juristas con diversas
opiniones, pero siempre acatando el fallo. Sin embargo todos somos conscientes
de los beneficios penitenciarios que se aplicarán a los condenados al estar
transferidas las competencias de los Servicios Penitenciarios a la Generalitat
de Cataluña, única Comunidad Autónoma que goza de este privilegio.
Finalmente no quiero dejar pasar la ocasión para hacer algunas consideraciones a mi admirado y respetado amigo Joan Martí i Castell a raíz del artículo “Per què, de la ‘qüestió catalana’,se’nfa un cas anòmal?” publicado el pasado 18 de octubre. Debo recordarle que las comparaciones pueden ser odiosas, porque cada caso es distinto, con sus propias connotaciones, particularidades y naturalezas contrapuestas. En el caso de Cataluña es claro que ha sido una manipulación del relato histórico en el ámbito político y docente.
Y sin querer abundar en el
tema, Joan sabe mucho mejor que uno, que las fuentes de la historiografía
pueden tomarse o interpretarse según convenga y, en las que caben un sin número
de planteamientos. Querer establecer paralelismos con reivindicaciones de
pueblos colonizados o la igualdad de derechos entre blancos y negros, nada
tiene que ver con el legítimo deseo una parte de los catalanes de constituirse
en estado independiente, y cabe recordar que vivimos en un estado de derecho en
una plena democracia, gozando de unas libertades (para bien y para mal), que en
mis largos años de experiencia vivida, nunca hubiera podido imaginar.
Amigo Juan, en cualquier caso,
siempre tomo nota de tus doctas y ponderadas conclusiones, aun en una comedida
y cordial discrepancia.
Tarragona, 18 de octubre de
2019
Luis Álvarez de Vilallonga
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