El Diari de Tarragona, publicó el pasado día lunes 18 el titular
“Tarragona, una de las ocho provincias del Estado en que Vox lidera la
derecha”.
A nadie se le escapa la
reiterada incapacidad de Pedro Sánchez para formar gobierno tras llegar al
poder mediante una legítima moción de censura, cuya única pretensión era echar
a Rajoy de la Moncloa para acomodarse él.
Con cierta desidia y
desaliento, los ciudadanos acudimos una vez más a la convocatoria de elecciones,
y Vox dio el gran susto, especialmente a ciertos partidos que se apresuraban a
tacharlos de extrema o ultra derecha, que teóricamente puede ser cierto pero
que la realidad todavía no se han
constatado hechos demostrables, porque ni siquiera se ha formado gobierno ni
oposición. Recordemos que también Podemos, antes unidos Podemos, y ahora unidas
Podemos, postuló no pocas proclamas de extrema izquierda, sin que nadie se
rasgara las vestiduras cuando obtuvo 71 escaños en 2016, sin embargo Vox hoy es
el “coco” que asusta, predispone, e induce a trazar líneas rojas y vetar
cualquier posible dialogo con sus líderes.
En su programa Vox propone
garantizar la unidad y soberanía de España (nada nuevo asumido por la mayoría
de partidos y recogido en la Constitución); reducir el gasto público (esto
siempre es cuestionado por la “casta política”) y bajar los impuestos; combatir
la inmigración ilegal; revertir el costoso modelo autonómico, recuperando
competencias en educación, y sanidad (medidas perfectamente aplicables,
rentables y justas al unificar en todo el territorio una única tarjeta
sanitaria sin necesidad de ningún trámite autonómico, y consensuar un modelo educativo
para todo el estado); conservar el medio ambiente y promocionar y proteger el
medio rural. Ante estas propuestas, se podrá estar de acuerdo o no pero es
demagógico calificarlas de extrema derecha porque bien podrían asumirlas la
mayoría de formaciones del arco parlamentario.
Por otra parte, es cierto que en
Vox para lograr el éxito obtenido ha habido que echar mano de un eficaz populismo
con propuestas trasnochadas e irrealizables dirigidas a parte de un electorado
decepcionado por la incapacidad y dejación de un gobierno en funciones sin
rumbo ni proyecto, y una manifiesta tibieza a la hora de afrontar con firmeza
el problema de Cataluña, sin olvidar los ataques frontales dirigidos al bloque
de la izquierda y poniendo de manifiesto la inoperancia del PP y Ciudadanos.
Posiblemente haya muchas otras
causas colaterales (artículo, 155, sentencia del Proces, ley de memoria histórica, tribunales de justicia, corrupción
etc.) que hayan influido en la desafección del voto tradicional de muchos
ciudadanos, en todo caso y así las cosas no es de extrañar la considerable subida
de Vox, sin embargo está por ver si su política en el parlamento confirmará los
augurios extremistas, o como sucedió con Podemos en su momento, ya bien
acomodados en sus escaños, abandonó sus proclamas comunistas, bajó el tono y tuvo
que adaptarse a la izquierda socialista, aunque en el fondo subyazca en
Iglesias y otros dirigentes de Unidas Podemos el espíritu del 11M.
El que Vox con sus 52 escaños
se consolide o pierda representación, dependerá de su acción parlamentaria y
que el ciudadano que le votó valore si se equivocó o por el contrario refrende el
voto dentro de cuatro años (si es que finalmente se forma gobierno) porque sobre
todo en política, una cosa es lo que se dice y otra la que se hace.
Tarragona, 19 de Noviembre de
2019
Luis Álvarez de Vilallonga
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