lunes, 10 de julio de 2017

LLORITO Y EMPECINAMIENTO POLÍTICO


No me cabe ninguna duda que tras los argumentos esgrimidos por parte de algún político y ciudadano sobre el cambio de la rotulación de los indicadores, que señalan de forma errónea e inadecuada “la ermita del Llorito”, intentando justificar lo injustificable con pretendidas tesis magistrales con antonimias sobre raíces o desinencias etimológicas, fonéticas o topónimos que serían objeto de otro debate, en el que doctores tiene la iglesia aparte de algún que otro político avizado (no incluyo a mi admirado y buen amigo Joan Martí compañero de bachillerato, primer rector de la URV y responsable de L’Instiutut d’Estudis Catalans cuya capacidad y rigor están fuera de toda duda, pero que su dictamen, opinión e influencia algo habrán tenido que ver en este affaire), ya no me queda otra que sin dudar de la capacidad cultural de los empecinados, si del sometimiento a las directrices políticas.
Tampoco se trata de impartir lecciones de historia, más aun tratándose de la procedencia de la Santa Casa de Loreto de Nazaret que visitó el Arcángel Gabriel en la Anunciación a la Santísima Virgen María y la advocación Lauretana en Tarragona con la llegada de la Congregación de los Padres Rogacionistas; es por tanto una cuestión que se ha querido trasladar al terreno puramente político. En efecto dos son los vocablos que plantean el vasallaje de lo políticamente correcto en la actual Cataluña que nos toca vivir: Llorito y  Loreto; y aquí nos aborda una sospecha, quizá porque uno con sus ya 73 años lleva sus espaldas experiencias de todos los colores y a veces se carga el debate donde no tiene ninguna entidad obviando lo sustancial y el fondo de la cuestión.
En efecto dos ideologías podrían revelar la demora y falta de interés de las administraciones en solventar un problema de fácil solución. Por una parte una ideología laicista que margina todo hecho religioso (distinto de la laicidad positiva que procura una justa autonomía política evitando un Estado confesional pero asumiendo el hecho humano de la religiosidad) y por otra la ideología catalanista que evita incorporar a la llengua cualquier vocablo castellanizante, intentando por el contrario catalanizar lo que no suene a nuestra propia lengua.
Los exhaustivos argumentos sobre la toponimia de Cataluña desde el siglo XVI no contradicen la realidad de aceptar que desde la construcción de la ermita de Loreto y su posterior declaración como santuario existe un recinto perfectamente determinado en lo más alto de la montaña donde se levanta entre otros edificios el Santuario de la Virgen de Loreto.
Otra cosa es que no se quiera indicar que en este lugar existe un santuario donde se venera una imagen de la Virgen de Loreto, y es querer rizar el rizo cuando para eludir esta realidad se declara que “en Tarragona tenemos un lugar de la ermita del Llorito en el espacio que hay el santuario donde se venera la Virgen de Loreto” verdaderamente patético.
Si no se quiere publicitar que en lo alto de la montaña existe el Santuario de la Virgen de Loreto, que no se rotule, y si es tan importante mantener el vocablo Llorito que de diga y que se anuncie parque del Llorito, font del Llorito o lo que se quiera, pero que se obvie y se deje tranquilo al Santuario de Loreto que los tarraconenses lo conocen suficientemente acudiendo diariamente, y masivamente a cada celebración señalada, aunque por estos derroteros no nos extrañaría que a los andaluces en su anual peregrinación rociera al parque del Llorito les cambiasen a su Blanca Ploma por “Blanca Tudóma”
BRAFIM 1873 GOIGS DE N.Sa.DE LORETO VENERADA EN UNA DEVOTA ERMITA SITUADA EN LO TERME

Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 7 de Marzo de 2017

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