viernes, 7 de julio de 2017

SENTIMIENTO NACIONALISTA Y SENSIBILIDAD NACIONAL

Hace breves días recibí en un chat de WhatApp el filmet de la canción: L’italiano de Toto Cotugno, interpretada por The Gypsy Queens. Después de abrir el archivo y reproducirlo un par de veces, inmerso en aquella melodía sentí algo especial y pensé que sin ser italiano, ante  una música que ni siquiera representa un canto tradicional y menos un himno, por momentos envidié no haberlo sido.
Creo que ningún italiano pueda sentirse indiferente ante una creación que aglutina mucha idiosincrasia, tradición y esencia de la nación italiana, sea de Liguria, Lombardía, Véneto, Toscana, Campania, Calabria o Sicilia; y es que el ser italiano, como francés o americano, es algo que trasciende a cualquier connotación provinciana o regionalista. Ello me da pie a considerar una vez más porque España también en esto es diferente.
 
Uno es consciente de que abordar el nacionalismo radical que inevitablemente degenera en secesionismo es complejo y arriesgado, pero como primera premisa intentaremos someter de la forma más racional posible cualquier tendencia emocional que distorsione la realidad de los ciudadanos de Cataluña, cuya manipulación de sentimientos tanto ha jugado el establishment político catalán para llegar a la actual situación de Cataluña.
 
 
 
La historia no es nueva; tradiciones, símbolos o episodios históricos se han convertido en mitos a fuerza de reescribir una historia a la medida de intereses políticos. Las tradiciones son el elemento ideal para adulterar y falsificar la historia evitando toda crítica porque el término nacionalidad,  nación o pueblo puede aceptarse sin necesidad de atribuírsele soberanía sobre el territorio que se asiente, de forma que el compromiso del historiador a la veracidad de hechos y fidelidad a textos y fuentes diversas, son un componente que el político desvirtúa a la hora de imponer una historia oficialista partidista e interesada.   
 
Las identidades nacionalistas no nacen de forma espontánea, son instrumentalizaciones políticas artificiales que en ocasiones se apoyan en costumbres o tradiciones muy localizadas en pequeñas comunidades y que se sobredimensionan para darles un carácter diferencial.
La historiografía revela que los nacionalismos del siglo XX se nutren de tradiciones ciertas o inventadas  para, en cualquier caso, darles políticamente utilidad. Por otra parte la semántica juega un papel importante en cuanto a definición, interpretación o acuñamiento del término escogido; así nación, Estado-nación, nacionalismo, Estado, pueblo o país, albergan exégesis  diferenciadas aunque haya cierta coincidencia en que Estado es un territorio poblado, poseído y gobernado por algún sistema; otra cosa es la nación que según el María Moliner es la “Comunidad de personas que viven en un territorio regido todo él por el mismo gobierno y unidas por lazos étnicos e históricos” de ahí la relevancia del relato histórico para la argumentación nacionalista.
 
A nadie se le escapa que la España del siglo XXI es un conglomerado de identidades, unas que políticamente campan a su aire, y otras entienden que la convivencia en un marco plural  autonómico, siempre mejorable, cumple con las aspiraciones de sus ciudadanos en el conjunto del Estado; sin embargo hay quien aboga por hacer suyo un territorio sobre el que se nos ha hecho creer tener derechos históricos de propiedad, y esta posición institucional voluntarista se ha transmitido al pueblo con todos los medios a su alcance ante la pasividad del Estado.
La mentalidad, carácter, madurez y sensibilidad de colectivos que forman un pueblo ya no depende de su etnia; el componte inmigratorio ha transformado la quimera de los pueblos autóctonos, su estirpe y su ascendencia; primero fue el hecho migratorio sur-norte tras la guerra civil, y hoy la inmigración externa que ocupa un alto porcentaje de la población.
 
Solo planteamientos políticos artificiales son capaces de alterar la idiosincrasia natural de cada individuo con su carga hereditaria de origen y procedencia.
 
En estas circunstancias parece que la adscripción al sentido de Estado como unidad nacional aglutinadora de todos los mestizajes, razas y pueblos hoy presentes en España, sería el desencadenante valedor hacia una integración e inevitable trayecto hacia una unión fiscal y política en la U.E.

Luis Álvarez de Vilallonga

Tarragona, 12 de Diciembre de 2016

2 comentarios:

Marina-Emer dijo...

TE DESEO UN FELIZ FIN DE SEMANA ...MAGNIFICO TU ESCRITO Y ME HIZO LEERLO POR LO DE LA MUSICA ...
NO SÉ COMO ESTÁ TU CUÑADO ,OJALA FUERA UN MAL SUEÑO.
ABRAZOS

Tete dijo...

DESDE LA DISTANCIA Y LA NOSTALGIA DEL RECUERDO, HA SIDO UN FELIZ REENCUENTRO LEERTE EN ESTE BLOG.uN ABRAZO