miércoles, 20 de abril de 2011

LA PARANOYA NACIONALISTA

LA PARANOYA NACIONALISTA

Pasado un tiempo prudencial tras los comicios catalanes y con el panorama político despejado, uno puede efectuar ciertos razonamientos que previamente hubieran podido menoscabar la opción legítima de algunos partidos.
Los nacionalismos, me atrevería a afirmar, que siempre tienen algún rasgo de fundamentalismo aunque hoy se presenten con postulados y argumentos aparentemente verosímiles y acepta

bles. Hay quien plantea sin remilgos la fragmentación del estado, unos desde el pacifismo, otros de forma violenta, pero nadie desde las reglas democráticas y normas constitucionales.

La esencia y principio de toda doctrina nacionalista es el acto de fe que excluye una concepción racional pragmática y objetiva de la historia y la sociedad, aquí se instrumenta y mitifica un ente llamado “nación” cuyos rasgos devendrán trascendentales, pretendiendo mantenerlos intangibles en el tiempo e incólumes a las circunstancias históricas, una fe colectivista que ciertos partidos trasmiten generacionalmente, que se hace etérea y nos traslada más al mundo de la ficción que a la realidad pragmática del siglo XXI.

El ingrediente central del nacionalismo esta imbuido de una esencia metafísica. Los individuos no existen separados de la nación, seno materno que les da el ser. La identidad es la palabra clave del discurso nacionalista, que los vivifica social, cultural y políticamente, y que se manifiesta a través de la lengua que hablan, las costumbres que practican, las vicisitudes históricas y hasta la religión, de aquí la importancia semántica cuando se esgrimen argumentos sutiles y volátiles. Es la identidad nacionalista contrapuesta a la identidad colectiva abierta a la diversidad de los grupos humanos asentados en un territorio.

El nacionalismo se fortifica en un victimismo hereditario provocado conscientemente que pretende justificarse desde planteamientos históricos sobre agravios, usurpaciones, sometimientos en ámbitos tanto políticos como culturales que reivindican los derechos nacionalistas sometidos por la potencia conquistadora. Aunque ciertamente fuese así, seria un error considerar que ese argumento fuera la causa y razón del nacionalismo, es decir basarlo en la hegemonía del pueblo dominantes sobre el débil. Sobre esta base, no existiría ningún pueblo o nación que históricamente no hubiese sufrido guerras, atropellos, abusos, usurpaciones que se perpetraban no solo desde los estados, también desde grupos dominantes de influencia y de poder y así los nacionalismos hubieran proliferado profusamente.

El nacionalismo pretende ajustar cuentas al pasado de injusticias históricas heredadas, necesita de esas injusticias y sometimientos históricos para justificarse en el ejercicio e imposición de su cultura, su lengua y sus instituciones teóricamente perdidas durante períodos de domino externo.
El nacionalismo beneficia básicamente a la clase política ávida de poder, constituye una mezcla de instinto, pasión, creencias y mitos que nada tiene que ver con la realidad social. Los postulados nacionalistas carecen de racionalidad, son dogmas de fe, santifican o excomulgan.

La fiebre del nacionalismo atávico inducido por la entelequia política, no augura nada bueno, confiemos en la sensatez de una ciudadanía plural que nos permita vivir en armonía al margen de postulados sectarios y radicales.

A pesar de todo uno respeta profundamente la opción nacionalista, que a bien seguro comparte un amplio sector de la ciudadanía, este mismo respeto debe imperar sobre los que no pensamos desde el nacionalismo, entendiendo que Cataluña es hoy una comunidad heterogénea, abierta a Europa y a un mundo globalizado que cada vez requiere mayor cohesión de nuestros mercados, soslayando fragmentaciones anacrónicas propias de siglos pasados.

Luis Álvarez de Vilallonga

Tarragona, 12 de abril de 2011

LOS HÉROES DE 1811


El 28 de junio se conmemora la heroica defensa de Tarragona frente al sitio a que fue sometida por el ejército francés, y por la escuadra inglesa desde el mar, pero aún siendo amplio y denso el programa de actos conmemorativos, promovidos por el Ayuntamiento y entidades ciudadanas, nunca serán suficientes para que la ciudad de Tarragona agradezca el sacrificio de aquellos hombres y mujeres que defendieron, hasta el último aliento de su vida, el cerco a que fue sometidas la ciudad por el ejército invasor.
Haciendo un poco de historia y bebiendo de la fuente del Teniente Coronel de Artillería Javier de Sala, me conmueve especialmente el relato y protagonismo del cuerpo de Milicias Urbanas que se formó para la defensa de la ciudad.
Al margen del comportamiento heroico de los regimientos de Almería, Almansa o Saboya, cuya memorable defensa fue reconocida por los generales que tomaron la plaza, uno desea rendir un especial homenaje a aquellas unidades compuestas por vecinos de toda clase y condición.
Según Sala, en octubre de 1810 se alcanzaron 10 compañías y en abril de 1811 se formaron 2 batallones de 10 compañías y 2 de Artillería con un contingente total de 2.500 hombres. Estas milicias se batieron como auténticos soldados, con extrema heroicidad, hasta el punto que durante el sitio se produjeron 1.200 bajas. En aquellos sangrientos días, fueron muchos los habitantes que trabajaron generosamente en las fortificaciones y artillado de las baterías, todos colaboraban, mujeres, niños, clérigos. Se formaron juntas para atender a los heridos, para avituallar de víveres y munición a los valerosos defensores de la plaza. Las pérdidas humanas fueron numerosísimas, quedando la ciudad reducida a escombros a causa de los proyectiles enemigos. Solo el día 16 de junio se contabilizaron 1.560 bajas dentro del recinto amurallado; la destrucción fue enorme, doscientas treinta y seis casas completamente demolidas, quinientas con grandes destrozos, y numerosos edificios públicos e iglesias amenazaban ruina, solo la Catedral se mantuvo firme. Tras el asalto se produjo el saqueo y los pocos vecinos que se salvaron de la carnicería quedaron en la indigencia. Hubo más de 6.000 muertos.
Es de admirar la heroicidad y patriotismo de aquellos mártires de la independencia nacional, su valor, abnegación y disciplina en medio de las penalidades y horrores, son prueba de su glorioso comportamiento, valor, abnegación y disciplina.
Cabe señalar que antes del último asalto, se contabilizaban en Tarragona más bajas, que todos los soldados que componían la guarnición de la inmortal Gerona. Sin ánimo de competir en heroicidad entre estas dos plazas, es justo reconocer que, sin restar un ápice de gloria al sitio de Gerona, la historia no ha otorgado la significación e importancia al sitio de Tarragona, es así que todos los actos conmemorativos que se celebran en el 200 aniversario deberán resarcir el olvido que esta ciudad tuvo en otros tiempos frente a sus mártires. Los tarraconenses deberíamos ser participativos en el extenso abanico de actos, pero el 28 de junio, la Rambla Nova debe ser testigo de la masiva asistencia de ciudadanos volcados frente al magnífico monumento de Julio Antonio, es una deuda pendiente de Tarragona con sus héroes en la guerra del francés.
El sitio de Tarragona se considerará siempre como una gloria nacional y debe llenarnos de orgullo y reconocimiento hacia quienes en 1811 dejaron sus vidas en defensa de nuestra ciudad.
Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 23 de marzo de 2011

ISLAM: ¿REBELION, REVUELTA O REVOLUCIÓN?



El fenómeno de la crisis producidas en países con regímenes políticos represivos y corruptos como Túnez, Egipto o Libia y previsibles en otros del arco mediterráneo, a puesto en jaque a la sociedad occidental. Si ya resulta complejo establecer una clara definición entre estos tres conceptos semánticos, como distinguía Octavio Paz en su obra de ensayos “El laberinto de la soledad”, tanto más en unas sociedades teocráticas donde la esencia del estado radica en la religión.

Quizá estos movimientos, esencialmente juveniles, obedezcan a fracciones porcentuales de estas significaciones. ¿Es un rechazo a la autoridad totalitaria, absolutista o militar; es un movimiento social espontáneo opuesto a la figura de poder y tiranía, o es un intento de cambio o transformación política radical?. Cualquiera de estas opciones tendría cabida desde una perspectiva aplicable a occidente, cuya finalidad no seria otra que el establecimiento de un régimen democrático. Tratándose de países islámicos, uno plantea serias reservas.

En esta crisis, a nadie escapa la presencia islamista de los Hermanos Musulmanes que, sin tener la representación y poder social de los chiitas en Irán, se posicionan como una fuerza a considerar por las expectativas que ofrecen a la juventud en Egipto, con una tendencia aperturista en contraposición al anterior régimen, sabiendo esconder perfectamente sus intenciones, al fin y al cabo, en buena parte, a ellos les corresponderá atizar la presión de los jóvenes contra el statu quo. Sin embargo no debemos perder de vista que la sharía está siempre presente en la cultura islámica, es la ley divina y en base a ella se fundamente todo derecho.

Hoy seria aventurado establecer conclusiones sobre un desenlace político en el mundo musulmán. Uno no pierde de vista a países como Egipto en el que su tradicional enfrentamiento con Israel los hace partícipes de la yihad islámica, y por extensión la soberanía del poder musulmán en el mundo.

Entendiendo que básicamente estos movimientos tendrían una finalidad democrática y por tanto el derrocamiento de las dictaduras, sin embargo nos cuestionamos la viabilidad entre democracia e islamismo, ¿es posible una democracia real dentro de un régimen teocrático?, dudo mucho que se imponga una libertad social y política y mucho menos religiosa contemplando el calvario de los ocho millones de coptos que sobreviven en feudos islámicos.

A pesar de todo, confiemos en millones de jóvenes musulmanes que se mueven en las redes sociales, que contrastan las libertades occidentales, y que faltos de expectativas de futuro, ejerciten su derecho a alcanzar la libertad democrática y una vida digna.

Luis Alvarez de Vilallonga

Tarragona, 10 de marzo de 2011

LA GRANDEZA DEL CAMINO


Hace ya cuatro años, un grupo de seis personas, iniciábamos, saliendo de Somport, el camino de Santiago por la ruta aragonesa, recorrido que finaliza en Puente la Reina y que enlaza con la tradicional ruta francesa, y de allí hasta Santiago.
Unos nos arrogábamos la dignidad de peregrino, otros más escépticos, de simple caminante, pero al final del trayecto, quizá por la magia que imbuye el Camino, todos de alguna forma, alguno aún sin percibirlo, nos convertimos en auténticos peregrinos.
El Camino de Santiago es como una breve etapa de nuestra vida, es un silencioso desguace espiritual que nos sitúa en una dimensión fuera del ámbito social de la vida cotidiana. Este 2010, finalmente hemos alcanzado nuestro objetivo ¡Santiago!, pero el camino, que llevamos compartiendo durante cuatro años, no ha sido un paseo ni un una experiencia senderistas. Los ingredientes y vivencias que él nos ha deparado son exclusivas, genuinas e irrepetibles; experiencia de las que dejan huella en la médula del hombre, y para mayor encanto el destino o la providencia ha querido nuestro abrazo al Apóstol se diese en año jubilar.
Mi experiencia ha sido extraordinariamente enriquecedora. El ego o el hedonismo del hombre se desvanecen en primera noche de albergue y una complicidad fraterna se asocia con todo aquel que peregrina hacia Santiago. La presencia permanente de la virtud de compartir, la ausencia de sentido egoísta en favor de las necesidades de cada uno en cada momento, la percepción de vivir el presente intensamente y simplemente por el hecho de caminar junto a otros peregrinos, en los momentos difíciles, abriga el espíritu pero también en los momentos de soledad e íntima reflexión una inevitable sensación de felicidad aborda el ánimo. En el Camino cuando hablas siempre alguien escucha, se acepta a cada cual como es, porque el Camino invita a la oportunidad de mostrarse cada uno sin envoltorios, falsos convencionalismos ni hipocresía social, aflorando lo mejor de uno al tiempo que se va soltando el lastre negativo que cada persona arrastra, pero sobre todo uno se impregna de la enorme humanidad que se respira. ¡Que distinta seria la sociedad si solo un ápice del espíritu del Camino permaneciese en nuestras vidas cundo salimos de él!
Cada uno de vosotros me habéis aportado algo inestimable que antes del Camino hubiera sido incapaz de descubrir. He aprendido a ofrecer y a recibir de forma natural, sin molestar ni incomodar, porque aquí compartir se hace norma y la necesidad es atendida al instante. También he percibido que cosas que consideraba imprescindibles, en realidad no lo son. Aquí solo cargas en la mochila lo imprescindible y aun sobran cosas porque lo verdaderamente necesario es muy poco. En la vida tendemos a acumular por seguridad o por el mero afán de poseer, pero en realidad no hay tantas cosas necesarias como creemos. He observado que en el Camino no se dan lecciones a nadie porque el propio camino se encarga de enseñarte lo importante y lo que pudieras saber de más, seguramente ya ocupa un espacio en la mochila de cualquier peregrino.
Ahora al llegar al final del Camino, estoy lleno de gozo y de paz, de comprensión, de tolerancia, de aceptación de las circunstancias que la vida me depare en el futuro, de la confianza y seguridad de que podré contar con mis cinco peregrinos para lo bueno y lo malo porque un camino libre de perjuicios nos descubre la autentica dimensión humana de cada persona.
Finalmente desearía conservar, fuera del camino, una pequeña parte del espíritu peregrino que tan entrañablemente nos ha mantenido unidos durante estos años superando todas las diferencias que nuestra personal idiosincrasia haya podido ocasionar en algún momento.
Doy gracias al Apóstol por haberme concedido el privilegio de peregrinar compartiendo el camino con cada uno de vosotros: Felipe, Joan, Jaume , Xus y Antonio.
¡Gracias peregrinos¡

Tarragona 21 de Junio de 2010

Luis Álvarez de Vilallonga
“MOU-TE” SE QUITA LA CARETA

Una enorme decepción ha embargado mi ánimo al leer el comunicado de la referida asociación ciudadana a la que uno está adscrito. Teníamos el convencimiento de que Mou-te per Taragona era una plataforma o asociación ciudadana sin adscripción política que nació con el único objetivo de la defensa de los intereses de nuestra ciudad.

Ahora parece que las cosas han cambiado y esta asociación también asume los intereses del Mout-te per Castaluya. En efecto, su comunicado así lo refleja “Mou-te per Tarragona, associació ciutadana per a la defensa dels interessos de Tarragona, no pot restar impassible davant el mensyteniment que l'Estat espanyol ha mostrat envers el poble de Catalunya, del qual els tarragonins formem part. El que el poble va votar en referèndum no pot ser modificat per tribunals ni per interessos partidistas”.

Queda claro que esta asociación ciudadana en defensa de los intereses de Tarragona, se ha puesto al servicio de intereses políticos que nada tienen que ver con los problemas y reivindicaciones que afectan particularmente a nuestra ciudad.
Una vez más se hace patente el proceso de sutil politización colectiva que contamina cualquier movimiento o iniciativa espontáneo de la sociedad civil, coartada en cuanto a medios para proyectar una respuesta firme a lo que son los verdaderos intereses de los ciudadanos de Tarragona.

El juego semántico “Som una nació, nosaltres decidim” ningunea una sentencia emitida por el órgano supremo de justicia y en ese sentido no podemos aceptar que desde las Instituciones catalanas y desde la alineación de Mou-te per Tarragona con manifestaciones como “El que el poble va votar en referèndum no pot ser modificat per tribunals ni per interessos partidistas” inste al desacato de una sentencia del Tribunal Constitucional.

Se puede estar o no de acuerdo, discrepar o disentir del fallo, pero las reglas del juego democrático de las que nos hemos dotado, imponen acatar las sentencias que los tribunales fallan agotando los recursos posibles. En un estado de derecho, los tribunales deben garantizan la legitimidad de los decretos leyes o acuerdos parlamentarios. Nunca un referéndum puede estar por encima de la sentencia del órgano que legitima en este caso un Estatuto. Los gobiernos institucionales no solo están obligados a acatar las sentencias sino también a aplicarlas con el rigor que la justicia impone. Solo el papanatismo de los ingenuos es capaz de secundar iniciativas institucionales contrarias al estado de derecho.

A menudo la conciencia colectiva ahoga la razón moral individual, así el poder político establecido tiende a la sistematización instrumental de sus intereses con algunas constantes como “la identidad, el hecho diferencial, los derechos históricos o la nacionalidad” como cortinas de humo ante los verdaderos problemas sangrantes de una sociedad que se debate entre el paro y la escasez de empleo y con un con un horizonte desolador.
Duele mucho reconocer que esta sociedad civil se merece la clase política que hoy medra por las instituciones.

Luís Alvarez de Vilallonga

Tarragona, 13-07-2010
TOROS, CORREBOUS Y OTRAS TROPELIAS

El Parlament, decidió abolir las corridas de toros por 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones. Son hechos consumados dentro de la legalidad y por tanto aunque no nos guste esta ley y discrepemos de su contenido, debemos acatarla al haberse gestado dentro del orden y normativa legal parlamentaria. Muy al contrario sucede con aquellas personas que representando a Instituciones públicas no mostraron ningún pudor en instar al desacato a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el nuevo Estatuto Catalán, revelando así su menosprecio a la Norma Constitucional y al pronunciamiento del tribunal competente, todo porque el fallo no se ajusta a sus conveniencias. Esta actitud es más propia de personajes de “república bananera” que de un estado de derecho.
Hoy nos ocupa la valoración política, pero no queremos pasar por alto la complejidad de un tema tan controvertido, y así cabe poner sobre la mesa ciertas premisas que desde una perspectiva antropológica uno planteaba en el ensayo “Los toros y la moral” presentado en octubre de 1999 y en el que, entre algunas consideraciones, argumentaba “En principio el enfrentamiento de un animal frente a una persona constituye un reto de fuerza aunque luego lo transforme en un arte. Se ha querido llevar la fiesta al terreno moral y siguiendo las pisadas de los puristas convenimos con Menéndez y Pelayo en que el toreo es “el menos bárbaro y el más artístico de todos los espectáculos cruentos dentro y fuera de España”.
Uno puede entender la defensa a ultranza del buen trato para con los animales, pero nos tememos que, aprovechando la coyuntura, los políticos nacionalistas, se han apuntado al carro identitario. En efecto, todo lo que pueda tener cierto tufo a españolismo debe erradicarse de la sociedad catalana, y en ese sentido a los políticos independentistas les ha venido a pelo la iniciativa legislativa popular sobre la abolición de las corridas de toros. Pascual Maragall, en 1988 siendo alcalde de Barcelona, impuso la Medalla de Oro al Merito Artístico al torero catalán Joaquin Bernadó. En las decisiones políticas respecto a este tema, existe una incoherencia manifiesta. No se trata de preservar del mal trato a los animales, en realidad se trata de erradicar de Cataluña las corridas de toros porque se las identifica como “la Fiesta Nacional”, sino veamos como midiendo con otro rasero, la Comisión de Cultura del Parlament de Cataluña ha blindado los correbous, argumentando tradición popular. Circula por la red un manifiesto de una plataforma en defensa del caracol aludiendo al acreditado y sabroso plato de la Terra Ferma “cargols a la llauna”. Ya supondrán a lo que me refiero aunque suene a broma, y otras prácticas no menos cruentas que una corrida de toros pero que son “tradicions del nostre poble” y deben ser respetadas. Queda patente que la preservación de los derechos de los animales está en función de los intereses de los políticos de turno que les perpetúe en el poder. Es la hipocresía y doble moral a que nos tiene acostumbrada cierta clase política. Este asunto anti taurino no es más que una falacia que bajo el paraguas de la defensa de los animales encubre el verdadero propósito diferenciador con el resto de España, las corridas de toros forman parte del folclore nacional y son un elemento de flagrante españolidad y por tanto deben ser erradicadas de nuestro territorio.
Una vez más, en esta ocasión un espectáculo taurino, sirve de pretexto a la clase política para enfrentar a Cataluña con el resto de España.
El evidente cinismo puesto de manifiesto en la cámara catalana esquivando argumentaciones nacionalistas, condenando el presunto componente cruento de los toros, que evidentemente lo tiene pero, obviando y blindando otras prácticas crueles con animales que se producen en pueblos de nuestro territorio como tradiciones ancestrales o simplemente como diversión popular, ello revela el empecinamiento de un sector del Parlamento catalán en el rechazo a todo cuanto se considera enraizado con lo español. Cercenar la libertad de expresión en un espectáculo que aglutina cultura, sentimientos, tradición, y fuente de riqueza para un sector que del que dependen muchas familias, es dar un paso atrás restringiendo nuestros horizontes.
Los que amamos a nuestra tierra no podemos por menos que entristecernos por este nuevo desafortunado episodio protagonizado por intereses políticos y electoralistas, que ensombrecen nuestra historia, merman nuestro prestigio y cuestiona nuestra universal forma de entender la libertad.

Luís Álvarez de Vilallonga

Tarragona, 4 de octubre de 2010
CRISIS DE UNA SOCIEDAD BANALIZADA

Cuando se aborda un tema tan complejo y trascendente no queda otra alternativa que apelar a la moral, término que suele asociarse con la ética, si bien ambos conceptos van cogidos de la mano y se complementan, cabe señalar notables diferencias; en efecto, mientras la moral tiene una base social y tradicional de normas establecidas en una sociedad y por tanto influyente en el comportamiento individual en cuanto a sujeto integrante del grupo social; la ética es el resultante de una reflexión personal, exenta de convencionalismos, fruto de la madurez y la exploración individual de lo que podríamos denominar derecho natural para discernir, es decir la opción del acto humano y su moralidad.
Entre ambos conceptos, hoy adquiere capital importancia la moral frente a la ética puesto que la base social que refrendaba una moral tradicional que se transmitía de generación en generación se ha roto. Nuestra sociedad ha renegado de sus principios y así la conciencia individual, con su empobrecimiento, ha sucumbido a los procesos de trivialización de la vida auspiciados desde los poderes públicos como aforismos doctrinales, acciones mediáticas y la implantación de un laicismo fanático. Se silencian y se confinan conceptos fundamentales del hombre: la bondad, la amistad, el amor, la honradez, la lealtad, la generosidad, etc...

Se transita por los ateismos que protagonizaron la modernidad o por la posterior ideología nihilista y hoy parece que la sociedad ya no necesita valores trascendentes y todo se reduce a placeres inmediatos: el gusto al cuerpo, el hedonismo, la opulencia, y la apología del “pan y circo” y así se ahogan las verdades morales.

Es cierto que la evolución del ser humano comporta intrínsecamente una adecuación moral en términos coherentes; otra cosa es el abandono y dejación de principios inamovibles que desde la perspectiva de la ley natural y el humanismo cristiano son consustanciales a las raíces de nuestra sociedad europea.

No cabe duda que el abandono de los valores morales nos aproxima a un nihilismo todavía vigente y que tan nefasta influencia produjo en la sociedad europea del siglo pasado. La falta de finalidad, de respuesta en un planteamiento filosófico donde los valores espirituales son suplidos por la indulgencia total de los instintos físicos, el poder y la supervivencia del mas fuerte, proyectan una progresiva decadencia de la dignidad del ser humano y en ese sentido hemos de rechazar la filosofía de Nietzsche ciertamente opuesta al pensamiento de Sócrates, enemigo de las pasiones y fiel a la sabiduría.
El nihilismo, corrosivo con los valores tradicionales y en consecuencia reactivo con todos los hábitos y principios judeo-cristianos, recobra actualidad en una sociedad donde el ateismo moderno deposita toda su fe en la ciencia, al considerar el positivismo lógico como verdad última. Es pues necesario retomar el pulso a nuestra tradición trascendente y hacer una serena reflexión sobre lo que el hombre puede perder a lo largo de su vida: la salud, el trabajo, las amistades, el dinero, el estatus, el poder y hasta el amor, por eso solo los valores espirituales que permanecen dan sentido a la vida y, la fe, mas allá de nuestras convicciones, nos aproxima a la verdad desconocida.

Luís Alvarez de Vilallonga
Tarragona 15 de septiembre de 2010
ELS TRES TOMBS

Ciertamente una fiesta con proyección en toda Cataluña, que tiene su expresión popular más genuina, también en nuestra Ciudad.

Esta tradición forma parte importante de nuestra cultura por lo que es encomiable su recuperación a lo largo de los últimos años; sin embargo observamos un cierto decrecimiento respecto al esplendor de antaño, si bien es cierto que la actual crisis ha hecho mella en este tipo de manifestaciones, no debemos por ello dejar de esforzarnos para que nuestras tradiciones no sucumban bajo los condicionantes económicos que la actual coyuntura impone. Por ello, es meritorio el esfuerzo que realiza el “Gremi de Pagesos de Sant Llorenç i Sant Isidre” asumiendo parte del coste y organización de esta fiesta teniendo en cuenta los escasos medios con que cuenta, por ello se ve limitada la participación de carruajes y cabalgaduras procedentes de pueblos de nuestras comarcas como Valls o el Vendrell con piezas de gran valor histórico y pedagógico para dar a conocer a la juventud y futuras generaciones los medios con los que nuestros antepasados trabajaban, arrancaban a la tierra y transportaban cosechas y vendimias.

Els Tres Tombs recrea de forma palpable nuestras tradiciones y costumbres predecesoras, donde en la pagesia, el carro y el caballo jugaban un papel imprescindible antes de la aparición del tractor.

Es así que cabe sensibilizar a nuestras Instituciones para que con su apoyo y subvención, devuelvan a nuestros Tres Tombs la preponderancia e importancia que les corresponde. En cualquier caso Tarragona debe volcarse en la celebración de este desfile que se celebrará el próximo domingo día 16 en nuestra Ciudad.

Tarragona, 12 de abril de 2010


Luis Álvarez de Vilallonga