sábado, 2 de marzo de 2013

ANGELO SCOLA, MI CANDIDATO


En el eminente cónclave, al igual que en los anteriores del último siglo, siempre se ha barajado el nombre del posible Cardenal que ocupará la silla de San Pedro tras el “Habemus Papa”.

Nadie duda de las diferentes facciones que existen dentro del Colegio Cardenalicio y en el orbe de la cristiandad: La iglesia en sud América, en África o EEUU tienen sus candidatos, pero es en el seno del Vaticano donde la influencia y el peso específico de sus Congregaciones pueden decidir el elegido.

La renuncia de Benedicto XVI añade un nuevo elemento substancial al cónclave que inevitablemente se plantea en un nuevo contexto al producirse la votación con la vigencia de un Papa Emérito. En efecto, toda la influencia del Pontífice, a pesar de su renuncia, se dejará sentir en el cónclave y a nadie se le escapa el nombramiento del Patriarca de Venecia Ángelo Scola el 28 de Junio pasado como Arzobispo de Milán. Posee una edad razonable, 69 años, experiencia, vocación misional y pastoral con proximidad a los fieles que suele recibir un día a la semana, sensibilidad por los temas sociales y además junto a una gran formación intelectual, posee dotes de gran organizador. Parece que sería un Papa con garantías para afrontar los retos que la Iglesia entendemos debe acometer en una sociedad moderna y cambiante con necesidad de directrices claras firmes y contundentes en sus principios, pero también precisa en otros aspectos ser dialogante, humana y actual.


Muchos son los temas que las comunidades cristianas demandan y que en el tiempo la Santa Sede deberá abordar: El celibato, la Moral sexual, el papel de la mujer en la liturgia, las vocaciones en la Iglesia de hoy y la integración en los órganos Vaticanos de la representación de las comunidades Iberoamericanas, Africana y Asiática que aportan el 65% de católicos.
Las reformas en la Iglesia son lentas pero no cabe duda que tras el papado de Benedicto XVI, el nuevo Papa no deberá demorar algunas reformas ya que del nuevo pontificado puede depender, en gran parte, el futuro del cristianismo.

En la elección de un Papa todo influye: la Santa Sede como Jurisdicción episcopal del Obispo de Roma, en la Curia Romana los representantes del Papa (los cardenales), que en ocasiones son nombrados en función a su adhesión a Roma que por su capacidad evangelizadora, y así las congregaciones con su prefecto Cardenal son organismos básicos en el funcionamiento de la Iglesia y, en ese sentido podríamos destacar a otros candidatos.

El nuevo Prefecto de la importantísima Congregación para la Doctrina de la Fe (no olvidemos que este es el año de la Fe) Gerhard Ludwig Müller de 64 años, arzobispo de Ratisbona, un germano (como Benedicto XVI) encargado de velar por la ortodoxia de la Iglesia, y el Prefecto de la Congregación para los Obispos, Marc Oullet de 67 años, arzobispo de Quebec y primado de Canadá con experiencia en la Curia Romana como secretario del Consejo Pontificio para la promoción y la unidad de los Cristianos, y así podríamos enumerar una lista, no más de cinco o seis, con posibilidades reales.

Leyendo la trayectoria de los posibles candidatos, no cabe duda que desde la perspectiva humana pudiera llegarse a una conclusión racional y posiblemente coincidente, sin embargo tratándose de la Iglesia cuya esencia emana de la divinidad de Cristo, no solo el factor humano será el decisorio en el cónclave. Uno, desde la Fe que profesa, concluye que el Espíritu Santo dejará sentir su inspiración en la Capilla Sixtina, iluminando a los Cardenales para que su elección sea la necesaria y mejor para la Iglesia.

Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 2 de Marzo de 2013