domingo, 3 de mayo de 2020

CALENTAMIENTO GLOBAL Y CAMBIO CLIMÁTICO

Mas allá de los delirios ideológicos de que hacen gala algunos políticos, no estaría de más abandonar el cariz político que se quiere someter a cualquier argumento científico.

En nuestro siglo, la meteorología está al alcance de cualquier usuario de las diversas aplicaciones informáticas, y así los medios de comunicación nos proporcionan detalle de los fenómenos atmosféricos que proporcionan los satélites estacionados al efecto.

A pesar de todo, el debate abierto sobre el calentamiento global del planeta y la consecuencia del cambio climático plantea, por una parte, la credibilidad de la base científica y por otra el oportunismo político para polarizar un alarmismo exagerado, y aquí juega un papel importantísimo la industria energética que no muestra unanimidad a la hora de consensuar la ya más que teórica hipótesis del cambio climático.

Los medios de comunicación tampoco pueden aportar más luz que la que proporcionan las estaciones meteorológicas y la red de satélites, pero lo   objetivamente evidente es que los ciclos climáticos están cambiando. Hace ya años que los ciudadanos perciben que las clásicas estaciones están sufriendo alteraciones temporales localizadas en el calendario, observando el tránsito de la época estival a la invernal sin apenas reconocer el tiempo otoñal, de igual forma el invierno deja paso al verano sin apenas permitirnos disfrutar de la eclosión primaveral.


Hoy la evidencia del cambio climático, para los inexpertos como uno, es innegable. De las primeras borrascas con entidad, llamadas ciclogénesis, ahora nos han llegado tormentas huracanadas bautizadas con nombres concretos, parece que con mayor o menor virulencia se asemejan a las de la costa este americana, las islas del Caribe o el Golfo de Méjico.

El sentido común nos indica que el calentamiento global se está produciendo, en gran medida, por la acción del hombre, y en ese sentido la responsabilidad política y moral es imputables a la Asociación independiente Internacional Foro de Davos y el G20, sin eximir a cada estado que, en su medida y posibilidades, debiera velar por impulsar una política que aborde medidas ambientales, económicamente justas y reales.

No es el discurso dirigido y populista de Greta Thunberg, sino la fuerza de las teorías empíricas de los hechos, junto con las científicas sobre el estudio y conocimiento de la naturaleza, su fuerza y equilibrio en el planeta, las que han de ser determinantes para que investigadores y políticos alcancen acuerdos sobre la necesidad de alcanzar actuaciones globales aplicables que escapen a los intereses de multinacionales, actores políticos, o mercenarios activistas incontrolados.


Finalmente, ya nadie niega la realidad del calentamiento global, el debate estriba en qué se debe hacer, el cómo y en qué medida; pero mucho nos tememos que la polarización de determinadas ideologías ponga en peligro soluciones y acuerdos que posibiliten revertir la senda negligente e irresponsable por la que hemos transitado las últimas décadas.

Tarragona, 21 de febrero de 2020

Luis Álvarez de Vilallonga