sábado, 11 de mayo de 2013

INTELECTUALES FÁCTICOS



En los dos últimos siglos la influencia de los intelectuales ha sido determinante en la evolución de la sociedad moderna, principalmente de los laicos. En la Edad Media los conocimientos y la intelectualidad se constreñían principalmente al clero y al poder eclesiástico. A partir del siglo XVIII, los nuevos intelectuales utilizan su propio pensamiento al margen de las creencias, tradiciones o hábitos morales creando no solo opinión sino marcando pautas para comportamientos sociales tanto a nivel individual como colectivo.

Pero ¿quiénes son los intelectuales? ¿Acaso son personas que intentan guiar a la humanidad desde sus criterios culturales, ideológicos, conceptos filosóficos o religiosos? Ciertamente la ruptura con el ámbito moral religioso lo personalizaron en Prometeo que robó el fuego del cielo bajándolo a la tierra. En cualquier caso, al intelectual se le atribuye inteligencia, pero debe ejercer el intelecto por encima de cualquier otra función psíquica y reunir atributos propios de su condición: curiosidad, interés, cultura, comprensión, erudición, sabiduría, capacidad crítica, objetividad y capacidad para transmitir el conocimiento de la verdad.

Durante el Renacimiento en el siglo XVI surgen los humanistas. Tomás Moro, Erasmo de Róterdam, Miguel Servet, Luis Vives, Antonio de Lebrija, Michelle de Montaigne, Buillaume o Bude, auténticos intelectuales de la época que marcarían pautas. En este siglo y posteriores es cuando los intelectuales nos legan el sentido fáctico influyendo o cambiando en mayor o menor medida el rumbo de de la sociedad, en ese sentido y siendo fiel a la realidad de sus hechos y ateniéndome al concepto cásico del término, no podemos obviar a figuras capitales como Jean Jacques Rousseau con sus innovaciones morales e ideológicas demoliendo altares y encumbrando la razón, su influencia fue tal hasta el punto de sentar los principios de la Revolución francesa. ¿Podemos considerar Karl Marx como un intelectual? en efecto, lo fue, su filosofía fue tan determinante que se institucionalizó en países como Rusia y China con las funestas consecuencias que conocemos al ser llevada a extremos por dirigentes como Mao Tse-Tung, Lenin o Stalin. El pasado día 5 se cumplieron 200 años del nacimiento de Soren Kierkegaard, padre del existencialismo cuya influencia se dejo sentir en autores como Unamuno. Bertolt Brecht utilizó el teatro como medio de influencia y su mensaje alcanzó a medio mundo. Henric Ibsen cambió el pensamiento social de su generación predicando la rebelión del individuo contra los prejuicios sociales, proclamando la prioridad de la conciencia individual y la libertad de ideas personales sobre las establecidas en la sociedad.

Ante este parco repaso de intelectuales pretéritos, uno no puede por menos que preguntarse si en los tiempos actuales existen intelectuales de talla o sencillamente un puñado de contertulios, políticos, escritores o periodistas mediáticos que aparecen en los platos de TV creando meramente opinión, pueden considerarse como tales aún eximiéndoles de la capacidad para producir algún cambio social. ¿Son los Nobel su último reducto, o convenimos que Internet y sus redes sociales son una fuente inagotable de cerebros y talentos que se manifiestan y crecen en tiempo récord?


El concepto idealista que circunda a los intelectuales de hoy y que debiera, teóricamente situarlos en un contexto ajeno a la clase dominante, los acomoda en una realidad utópica de que su pensamiento emerge desde las pautas sociales establecidas cuando, es la percepción de la propia realidad la que debiera engendrar ideas o pensamientos. Lo peor de ellos es haberse alineado con partidos políticos provocando una ceguera ante hechos objetivos.

En todo caso a lo largo de la historia son los movimientos intelectuales los que han dejado huella en el mundo, en Europa fue el humanismo el que sin duda ejerció la mayor influencia sobre la literatura, él arte, la ciencia, la filosofía la política o el derecho y de sus fuentes bebieron muchos nombres ilustres de la Edad Moderna.
Hoy el intelecto permanece en muchos casos oculto, ahogado por la nueva “cultura de masas” donde todo vale, donde el relativismo impone su ley, pero el intelectual no abandona, permanece atento en su oratorio presto a ejercer su magisterio. El tiempo, la circunstancia y el momento están en sus manos.

Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona 9 de mayo de 2013