miércoles, 4 de septiembre de 2013

UN INSIGNE PREGONERO PARA SANTA TECLA

Sin pretender desmerecer a ningún personaje al que se le concedió en honor de glosar Tarragona y a su Santa Patrona, me parece oportuno señalar que desde los años 70 se han sucedido una serie de pregoneros, unos con acierto, otros (como suele decirse) cumpliendo el expediente, y los menos construyendo sus alocuciones desde la más notable oratoria
produciendo verdaderas obras de arte.

En el siglo XXI y en el ámbito literario cabría aceptar un moderado academicismo junto a una sintaxis ágil, creativa y transmisora de ideas, conceptos y pensamientos claros. El rigor del lenguaje culto exige un constante estudio e investigación, y así el arte del discurso se revela en todo su esplendor cuando el orador es conocedor de su lengua y de su herramienta transmisora: la densidad corpórea del verbo. Hay en ciertos pregones una semántica tan culta que los hace merecedores de figurar en los archivos de academias de la lengua.

Soy de los que piensa que son las personas quienes prestigian las cosas, las instituciones, organismos, academias o universidades y no al contrario, que personas mediocres se sirvan del prestigio de aquéllas para arrogarse méritos que aparentan, y así el acto del pregón puede tener mayor o menor relevancia en función del pregonero y puede ir incrementando su prestigio o quedar encorsetado en un mero episodio popular en el contexto de la fiesta patronal ciudadana. El pregón de Santa Tecla siempre ha gozado de buena salud, descubriendo a pregoneros, desde insignes oradores hasta personajes populares a los que hay que agradecerles el esfuerzo y valentía de haber aceptado el reto.

Mi admirado y amigo de bachillerato el Dr. Joan Martí i Castell cuyo curriculum no voy a descubrir ahora, con más de 46 años de trayectoria académica universitaria, amén de haber sido el primer rector de nuestra URV, e investigador de la lengua del “poeta del calze prohibit”, y pelacañas como valor añadido, intuyo será sin duda de los personajes incluidos en el escaso rol de insignes pregoneros, y quedará como referente de lo que debe ser una intervención, como la que nos ocupa, en el salón de plenos.

Ignoro el qué y cómo desarrollará su proclama, pero no dudo que la estructura y contenido alcanzarán la altura que la Imperial Tarraco y su patrona, santa Tecla, merecen y que efectivamente contribuirá a prestigiar un pregón, que año tras año se sucede con un nivel siempre deseable y que en este 2013 auguro dejará huella, no solo en la población llana, sino entre los pocos intelectuales de la ciudad que deberán reconocerlo y valorarlo en su justo alcance y dimensión.

Por el salón de plenos pasaron entre otros Federico Mayor Zaragoza (1974), M. Aurèlia Capmany (1979), Emili Rosales (1985) o Josep Tarradellas (1984), siendo entonces responsable de Cultura nuestro actual alcalde, Josep Fèlix Ballesteros, pero también y muy especialmente tarraconenses que no enumeraré, algunos ya desaparecidos y otros afortunadamente presentes entre nosotros que dejaron muy alto el pabellón de la ciudad.

Aquí cuenta no solo el hecho de construir un pregón con lucidez y rigor. La capacidad semántica, la palabra ágil, clara y conceptual, adherida a la musicalidad y armonía de una lengua como el catalán, producirá en el oyente sensaciones gratificantes que Joan Martí, sin duda, sabrá transmitirá desde su exquisita sensibilidad como autor, filólogo, lingüista y tarraconense de pro que bien conoce el tejido semántico, las voces precisas y seguras que van más allá del mero entorno descriptivo y que configuran la médula del sentir expresado.

Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 1 de Septiembre de 2013