domingo, 15 de abril de 2012

CRISIS Y NECESIDAD SUBSTANCIAL DEL HOMBRE


Inmersos en esta crisis sangrante, nos preguntemos el porque de esta dramática situación, buscamos culpables y responsables. Gobiernos, políticos, sindicatos, empresarios, entidades financieras, multinacionales, sistemas financieros, mercados, capitalismo, Banco Central Europeo, o Fondo Monetario Internacional, sin duda todos tienen algo que ver, pero es obvio que en todos estos organismos e instituciones está presente, incardinado, gobernando y proyectándose el hombre como individuo.

En el siglo XXI el hombre sigue caminando sobre los sedimentos de sucesivas civilizaciones, de revoluciones ideológicas, sistemas sociales en constante proceso evolutivo, enormes progresos científicos y grandes transformaciones mediáticas, pero casi siempre incapaces de lograr estabilidad, equilibrio y satisfacción vital.

La progresiva pérdida de valores sitúa la hombre ante un solo objetivo: acumular bienes materiales al menor costo posible. El hombre hoy adolece de la riqueza de los valores morales que precisa el espíritu para alcanzar la plenitud. El nihilismo, el apoyo desmesurado en la ciencia como base y explicación a toda cuestión existencialista, la globalización de los problemas y el abandono del sentimiento individualizado de que cada ser es único e irrepetible en su esencia, lo sumen en un estado de permanente ansiedad, esquivando el problema de fondo que subyace en la humanidad.

Hoy el hombre es victima del desencanto de la Razón ilustrada, espejismo de una respuesta soberbia que enmascara sus propias limitaciones y que en modo alguno satisface sus necesidades anímicas y al final cae en la trampa de creer que cuenta más lo que se tiene que lo que se es. El desmesurado estado de bienestar rompió el equilibrio de las cosas y lo que ayer era necesario hoy se hace prescindible, se valora más lo justo y la mesura porque el ahorro ahora está vetado a muchas familias.

Las grandes y eternas cuestiones sociales pendientes continúan sin resolverse, y así el hombre perdido en un mar de dudas, yermo su espíritu, cuando el baluarte de sus logros terrenales se tambalea, su status se desvanece y sin el poso espiritual a donde acudir ya nada puede detener su zozobra. En un último e infructuoso intento, desguazará la vida buscando inútilmente la médula que, lejos de pertenecer al mundo se encuentra insertada en su propia esencia.

Cuantos sinceros soliloquios serian deseables ante el bochorno de expresar lo que se piensa en coherencia con lo que se hace. Cuando la crisis económica afecta a nuestro entorno y se vive en primera persona, paradójicamente los valores olvidados por dejación, afloran con generosidad y reconocen al hombre integro, capaz solidario y trascendente que, otrora agazapado en la abundancia, ahora irrumpe con fuerza en su anonimato para paliar las necesidades a los abandonados a la adversidad.

No, no nos engañemos, de esta crisis no es responsable el sistema, lo es el hombre, el hombre hedonista, egocentrista, y relativista. El hombre del siglo XXI, precisa respuestas válidas que lo catapulten hacia una nueva concepción de la vida. El sentido a su existencia debe escapar a cualquier planteamiento meramente accesorio basado en valores materiales e inútiles. Solo el fruto espiritual será capaz de recuperar, su sentimiento, noción y concepto del humanismo cristiano.
Tarragona, 4 de Abril de 2012
Luis Álvarez de Vilallonga

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