domingo, 6 de noviembre de 2016

PODEMOS O LA REVOLUCIÓN POLÍTICA Y CULTURAL

Cuando Podemos llegó al Parlamento Europeo, poco podíamos imaginar que aquel embrión emergido del 15 M pudiera tener el recorrido político que los ha posicionado en una de las fuerzas políticas reales capaces de optar al poder. Sin embargo algo ha sucedido para que, después del resultado de las pasadas elecciones del 26 de Junio, el retroceso y estancamiento de esta formación haya decepcionado o  desengañado a muchos. Si analizamos que es Podemos, al margen de la amalgama de las formaciones que lo integran, el núcleo central sobre el que gravitan las distintas facciones antisistema, parece que ha sufrido una metamorfosis poco creíble mostrando una evidente moderación en el discurso (si partimos de sus postulados iniciales) que han presentado en la pasada campaña electoral y parecería que se estaban adaptando al sistema democrático establecido; pero no nos engañemos, bajo su piel de cordero se constata su verdadera calaña si nos remitimos a las redes sociales, twitter, blogs, videos y todo cuanto han expresado desde posiciones radicales que ahora pretenden ocultar.
Es así que uno está en la línea ya expresadas en anteriores artículos, es decir, lo más próximo a su doctrina es el bolchevismo (facción radical del partido Social democrático ruso, escindido en 1903, haciéndose con el poder en la revolución de octubre de 1917 bajo la dirección de Lenin) con un claro objetivo, destruir el sistema democrático, desmantelar las estructuras del Estado para imponer una economía en manos del nuevo estado, suprimir la propiedad privada y asentarse en un poder omnímodo para transformar las percepciones, los valores y la forma de entender la vida; es decir, consumar una revolución política y cultural en toda regla.
 
Sé que a estas alturas del siglo XXI y en una Europa comunitaria este planteamiento suena a utopía, pero el paso previo para alcanzar objetivos ocultos no es otro que el populismo, y es evidente que han logrado penetrar en buena parte del electorado. No hay que olvidar que el Comunismo es un sistema de gobierno que sumió en la pobreza a millones de personas en el siglo XX y que ya superado en Europa debemos preservar cualquier otro sistema basado en la democracia y no confundir con comunismos adaptados al sistema capitalista que pueden sobrevivir y hasta funcionar aceptablemente.
En democracia se puede aspirar a una vida plena sin necesidad de interferir en los convencionalismos sociales, que son tan lícitos como humanos; la frivolidad y banalidad son envolturas de una sociedad libre en la que cada cual debe asumir la responsabilidad de su actitud frente a la colectividad en la que mora. La libertad de expresión, el talento, la disciplina como método autónomo o la creatividad, son el usufructo de un sistema de convivencia en el progreso, que el tan manido término “progresista” nos ha dado, sin que nadie pueda arrogarse tal exclusividad.   
 La democracia nos obliga a discernir sin que las ideas o tendencias nos sean impuestas desde el poder, y en ese sentido las consecuencias políticas, estéticas  y culturales derivadas del 15 M son para uno lamentables, pero que debemos respetar aunque no haya reciprocidad. En eso estriba la grandeza y la razón del auge democrático y el ocaso del totalitarismo.

 

Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 15 de Julio de 2016

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