jueves, 9 de abril de 2020

UN AÑO MÁS EN EL CAMINO


Cuando la comunicación flota en el aire y los sentimientos se transmiten sin voces ni estridencias, es que estamos en el Camino de Santiago.



En efecto un año más he tenido el privilegio de compartir Camino con 24 amigos y compañeros miembros de L’Associació d’Amics del Camí de Sant Jaume del camp de Tarragona. Una nueva experiencia porque el camino siempre es distinto, cada año surgen nuevas vivencias que nos enriquecen y nos descubren algo desconocido en nuestro yo interno.



Nuestro caminar ha transitado por tierras leonesas, desde Lédigos, Sahagún, Bercianos del Real Camino, Reliegos, llegada a León con obligada visita la Catedral con sus espectaculares vidrieras. Continuamos a Villadangos del Páramo para finalizar en Astorga que siempre nos ofrece la huella de Gaudí, casa Botines, y el regalo a la vista del Palacio Episcopal, y la Catedral gótica de Santa María. Han sido 123 Km. que hemos vivido caminando con la ilusión de habernos acercado un poco más al Campus Stellae.  



Atrás dejamos ya cuatro tramos del Camino que comenzáramos aquel 2 de Octubre de 2016 en Saint Jean Pie de Port y que tantos recuerdos nos suscita. Hoy tenemos la sensación de que ya somos peregrinos curtidos, familiarizados con las célebres y genuinas  flechas amarillas que señalan un camino, que al principio buscábamos con avidez y que ahora parece que son ellas las que salen a nuestro encuentro. Son la guía del caminante de un entrañable camino mágico, que al transitarlo todos perdemos cosas vánales, pero también recuperamos otras esenciales. 
En cada etapa, vamos desprendiéndonos de pequeñas dosis de egoísmo, de soberbia y de orgullo y recuperamos valores que quizá, sin advertirlo, permanecían aletargados en las alacenas de nuestro ser, y así durante el camino, casi sin percibirlo, nos mostramos tolerantes, comprensivos, respetuosos y sinceros. Es un patrimonio personal que aflora espontáneamente en el camino.



El camino se vive y se proyecta desde nuestro interior hacia afuera, desprendiendo sinceridad y aligerando lastre de nuestra condición humana, pero también se absorbe desde el exterior asimilando generosidad, complicidad y apoyo de cuantos nos rodean. Seguramente que durante estos días habremos sentido algún desencuentro o momento de incomodidad, porque cada uno es único, distinto y con su propia idiosincrasia; y es precisamente entonces cuando afloran la prudencia y el respeto por las convicciones de cada uno. Es un hálito del Camino que nos impregna y hace mejores personas. El Camino espiritual es algo especial que el hombre vive fuera de su contexto habitual, es un paréntesis en nuestras vidas, quizá por eso somos proclives a mostrarnos más auténticos, sin prejuicios y sin falsas apariencias.     



Algunos nos preguntamos el porqué del camino, porqué estamos caminando año tras año. La respuesta no es colectiva, es personal y se alberga en el interior de cada uno mientras algo nos impulsa, quizá para muchos la ilusión de abrazar al Apóstol. 
Hasta entonces estaremos caminando hasta llegar a Santiago a pesar del esfuerzo que suponga. Dicen que el camino engancha y ciertamente llegar a la Plaza del Obradoiro es un atractivo, un reto, un objetivo, pero sobre todo una ilusión indescriptible y una emoción inevitable para el que llega peregrinando a Santiago por primera vez. Quizá una ensoñación hecha realidad después de dudar algunos años. El camino siempre es personal, el Apóstol nunca dejó constancia de cómo y cuando hacerlo. El simple hecho de convertirlo en proyecto adaptado a las circunstancias de cada uno ya es  estimable y meritorio.       



En el Camino he aprendido a ofrecer y a recibir de forma natural, sin molestar ni incomodar, porque aquí compartir se hace norma, y la necesidad es atendida al instante. También he percibido que cosas que consideraba imprescindibles, en el contexto cotidiano no lo son.













Aquí solo cargas en la mochila lo imprescindible y aun sobran cosas porque lo verdaderamente necesario es muy poco. En la vida tendemos a acumular por seguridad o por el mero afán de poseer, pero en realidad no hay tantas cosas necesarias como creemos. En el Camino no se dan lecciones a nadie porque el propio camino se encarga de enseñarte lo importante.


Ojalá que el próximo año podamos continuar nuestro Camino aunque solo nos mueva la  ilusión de encontrarnos para caminar juntos hacia Santiago.

 

¡¡Gracias amigos, deseo seguir caminando junto a vosotros!!




Tarragona, 7 de Octubre de 2019



Luis Álvarez de Vilallonga