domingo, 1 de noviembre de 2015

AUTONOMÍA, FEDERALISMO Y NACIONALISMO

Superados ya 40 años de transición democrática, cualquier persona con una elemental  capacidad de análisis es consciente de que nuestro Estado  tiene una peculiaridad política  singular y determinante, que en nuestro territorio cohabitan sensibles y marcados nacionalismos interiores.

La crisis económica destapó, no pocas carencias y abusos en el estado de las autonomías al tiempo que el estado central, incapaz de afrontar reformas de fondo en temas capitales como la justicia, la educación, el modelo territorial, la corrupción o el sistema fiscal, nos ha conducido a una situación donde las nuevas generaciones han constatado los vicios y defectos  de un sistema incapaz de regenerarse y  ante la flagrante desigualdad social, el paro juvenil y la precaria situación laboral, provocando el desencanto y la desafección política hacia los partidos tradicionales los ha ido conduciendo a opciones de nuevos partidos con dudosas garantías de mejora a tenor de lo visto hasta la fecha.
En el punto que nos encontramos ya no cabe hablar de federalismos y nacionalismos si no es desde la óptica de una reforma constitucional, que sin denostar las aspiraciones de unos y otros, racionalice, actualice y solidarice las autonomías, y en ese sentido  las leyes no pueden ser vulneradas por quien siendo parte del Estado lo representa en su  comunidad. En cualquier caso, hoy en democracia, cualquier supuesto en una nueva modalidad de Estado, forma de gobierno o sistema político, se haría imprescindible una reforma estructural como la despolitización de la justicia, unificar competencias y sobre todo suprimir el reparto de las cuotas politizada por los partidos y normalizar el nombramiento de vocales del Consejo General del Poder Judicial

La educación, en términos académicos, es otro lastre endémico que arrastramos desde la transición con un pésimo posicionamiento en las listas de PISA (Programme for international studenta assessment) o PIAAC (Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de los Adultos); el evidente fracaso escolar impone una revisión del sistema y homogeneizar las materias troncales en todas las comunidades autónomas. No menos preocupante es el mercado laboral o el sistema fiscal, pero el caballo de batalla se centra en la lengua común y su oficialidad en todo el territorio, sin menoscabo de las otras lenguas reconocidas por la Constitución y los Estatutos de Autonomía.


La enseñanza de la lengua común, es decir el castellano, debe ser un derecho reconocido en toda el área docente junto a las otras lenguas propias de algunas comunidades, y ese derecho no puede ser vulnerado incumpliendo las leyes establecidas, en ese sentido cualquier modalidad de Estado, forma de gobierno o sistema político debiera asumirlo como requisito indispensable para la formación académica.     

El órdago lanzado por  Mas al Estado de la Nación, en una carrera febril e irracional hacia adelante, contempla la utopía nostálgica de la aventura independentista que intentaron,  entre otros Pau Claris, logrando el período más largo de pseudoindependencia tras  someterse al rey francés Luis XIII, episodio que duro 12 años.

Es evidente y notoria la capacidad, emprendimiento y seny del pueblo catalán frente a situaciones complejas; solo mentes abyectas y cerradas en el ámbito político han propiciado la fractura de la sociedad catalana, iniciando de forma perversa una querella de la lengua, utilizándola como frontera y como herramienta coercitiva asociada al poder, obviando que el bilingüismo es un hecho en nuestra sociedad en la que cohabitan las dos lenguas sin traumas ni discriminaciones en la ciudadanía avanzada del siglo XXI, quizá aspirando a la libertad de elegir en cual educar a los hijos valorando, con cual se puede ganar más dinero, con cual tener mayor reconocimiento social o simplemente apelando al derecho de elección; sin embargo lo inteligente y pragmático aconsejaría dominar  ambas lenguas y utilizar cada una en el tiempo, lugar, ámbito, circunstancia, y participación  adecuada.
Intuyo que en esta campaña electoral al Parlamento catalán, orquestada de forma plebiscitaria, oiremos declaraciones dogmáticas, absolutistas e irresponsables que crispen el debate político  para caer en una dinámica de ofensas, descalificaciones y ataques personales, en una frenética e inútil carrera por arañar votos; una procaz forma de confundir a las masas, presa de fácil manipulación para el voto dirigido, porque cuando no existe capacidad de análisis y la práctica de pensar por uno mismo es nula, se pierde el sentido de la democracia concebida para pueblos maduros, educados y con el pensamiento libre, donde las decisiones se fundamentan en la razón.
Confiemos que sea cual sea el resultado prevalezcan los cauces legales y las reglas del juego san respetadas en el “supuesto” estado de derecho.     

Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 12 de septiembre de 2015


1 comentario:

Marina-Emer dijo...

Gracias a Dios veo que estas bien ...
un abrazo
Marina