El domingo 4 de Septiembre Teresa de Calcuta fue canonizada por el Papa Francisco, y de entre sus prolíficas respuestas a preguntas como “¿Cuál es la persona más peligrosa?”, respondía “la mentirosa”. Ciertos políticos suelen tener la mentira como argumento que los mantenga en el poder.
En efecto un ejemplo lo
tenemos en el Brexit que tras una campaña repleta de mentiras, manipulaciones y
tergiversaciones, venció en el referéndum.
La inmigración fue el bastión
sobre el que se sustentaron los partidarios del laeve (salir), apoyados por sentimientos racistas y xenófobos; otra
mentira fue hacer creer al nativo que el Reino Unido tendría acceso al mercado
único sin asumir la obligación de la libre circulación de ciudadanos de la Unión
Europea; también falso lo de los 1.400 millones de libras mensuales que salían
con destino a la Unión Europea.
La ventana de Overton ha
surtido su efecto. La ciencia política empleada por Maquiavelo podría ser la
precursora de esa ventana; así de acuerdo al clima de la opinión pública
generada en una campaña rocambolesca, el votante se inclinó más por la
recomendación del partido con el que se alinea que por la trascendencia de lo
que estaba en juego. El remain (quedarse)
parecía tenerlo al alcance pero en esta ocasión no fue suficiente el peso
específico de Londres, y el ambiguo y doble juego de ciertos políticos obviando
la corriente dominante de la sociedad integral del Reino Unido, fue todo un
despropósito, amén de la previa “locura” de haber promovido un referéndum
arriesgado e innecesario.
Cuando se trata de referéndums
vinculantes de vital trascendencia, la información debe ser lo más amplia,
veraz y ecuánime posible, valorando las ventajas e inconvenientes aun en la
incertidumbre e imposibilidad de conocer las consecuencias reales en función
del resultado, que podrían arrastrarse durante décadas.
La farsa fue el denominador
común en la campaña por el Brexit (Londres es una cosa y el Reino Unido otra),
y en los principales partidos políticos tiene mucho que ver la clase social de
la que se nutren; por otra parte el modelo económico en el Reino Unido difiere
poco del partido o coalición que gobierne.
Fue una campaña cínica que
explotó el sentimiento anti inmigratorio (racista y xenófobo) en favor del laeve, pero sin embargo son ellos parte
importante y contribuyente a la economía del país aunque están en desventajas a
la hora de obtener las prestaciones de los llamados blancos (británicos nativos).
El Brexit ha puesto de manifiesto la fractura de la sociedad del Reino Unido y
provocado una crisis política que puede modificar el equilibrio de las
tradicionales fuerzas políticas en el parlamento.
Las consecuencias del Brexit
comienzan a sentirse en las economías domésticas, que tendrán que afrontar
sensibles aumentos impositivos en una crisis que afectará articularmente a las
clases obreras.
David Cameron y Boris Johnson
solo pensaron en mantener sus propios liderazgos, y en la campaña por el
referéndum se llenaron la boca de manifestaciones falsas que conocían perfectamente.
El viaje al Brexit ya no tiene
vuelta atrás, ahora es tiempo de arbitrar acuerdos con la Unión Europea que
atemperen sus consecuencias negativas y que el Reino Unido, con todas sus
connotaciones y peculiaridades, concluya que conforma una parte importante de
Europa.
Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona 28 de Noviembre
de 2016
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