La plumilla de mi admirado Antoni Coll, tan variada, actual, histórica y didáctica, con la que nos obsequia diariamente; el pasado día miércoles 4, la titulaba “Intelectuales en declive” ¡cuánta razón tiene!. En efecto su recorrido sobre intelectuales de varios países europeos, nos aproxima a lo que fueron, a los que hoy ya no son y a los que algunos arrogantes pretenden ser.
Si nos ceñimos a lo que uno
entiende por intelectual, deberíamos referirnos a una supuesta inteligencia
pero ejerciendo el intelecto por encima de cualquier otra función psíquica, y
compilar atributos como interés, comprensión, erudición, sabiduría, objetividad,
capacidad crítica y capacidad para transmitir el conocimiento de la verdad. Estas
prerrogativas aunque nos parecen lógicas, hoy nos planten serias dificultades a
la hora de incluir a un personaje en el estadio de la intelectualidad, es así
que podríamos enumerar una pléyade de pensadores, escritores, historiadores,
sociólogos, periodistas, politólogos, filósofos etc… con reconocido prestigio aventurados
en el inagotable universo de las humanidades, sin una clara vocación
intelectual. Manifestar un compromiso ético y personal sería una premisa para
la credibilidad de sus propuestas, tesis o teorías.
Vargas Llosa, Simon de
Bevauvoir, Arias Maldonado, Perez Reverte, Sánchez Ferlosio, Juan Manuel de
Prada, González Ferriz, Arcadi Espada, Erich Fromm, José Antonio Sayés o José
Antonio Marina, por citar algunos, son firmas prestigiosas elegidas al azar con
sus defensores y detractores, en todo caso respetables, aun así uno no sabría
si en el sentido formal quienes podrían calificarse como auténticos intelectuales.
Uno prefiere excluir de todo
atisbo de intelectualidad a ciertos participantes en foros y tertulias que
parecen auténticos bufones, pero lamentablemente esto es lo que prolifera en
televisión, carnaza populista para regocijo del populacho, que sin embargo tienen
su influencia y desgraciadamente crean opinión.
Lo cierto es que uno encuentra
a faltar intelectuales de fuste, con capacidad ética de guiar a la humanidad
con perspicacia y sagacidad. Me resisto a creer que no estén presentes en esta
sociedad sin rumbo, aunque su voz aparezca tímidamente con sordina y no
encuentren la complicidad de los grandes medios. Internet (la gran atalaya de
la comunicación), las redes sociales y el mundo digital, es un universo donde
todo cabe y no ofrece garantías serias para el usuario que busque verdades
objetivas. ¿Acaso serán los Nobel el último reducto intelectual?
Los movimientos intelectuales
han forjado la historia y dejado su huella en el mundo a lo largo de los
siglos. El renacimiento, el humanismo o la ilustración, han sido corrientes
determinantes para la evolución del
pensamiento. Hoy la cultura de masas prolifera a la carta y el nihilismo o el
relativismo acechan para destruir conceptos y criterios objetivos. El todo vale
impone su ley,
pero uno abriga la esperanza
que una nueva generación de intelectuales, sin dependencias ni ataduras,
ejerzan su magisterio como en su día lo hicieron Ibsen, Orwell, Teilhard de
Chardin, Erich Fromm o José Antonio Sayés.
La vida es un estruendoso
desguace buscando la médula. Lo intelectuales son como profetas que avisan de
la catástrofe antes de que la sociedad perezca bajo sus propias miserias. Su momento
se nos antoja perene e imprescindible.
Tarragona, 7 de Septiembre de
2019
Luis Álvarez de Vilallonga
No hay comentarios:
Publicar un comentario