jueves, 23 de abril de 2020

UN PINOCHO SIN VERGÜENZA Y UNA EXCELSA ORAMA

Finalmente Pedro Sánchez fue investido presidente. Contrasta la falta de ética, amor propio y dignidad de una auténtico trilero de la política con la coherencia, honestidad y valentía de la diputada por Coalición Canaria Ana Orama; posiblemente una de las pocas personas que se salvan del bochornoso espectáculo ofrecido en el debate de investidura.
Durante estos días nuestro pabellón auricular ha tenido que percibir las más bajas expresiones nunca pronunciadas en el Parlamento, y desde luego barbaridades emitidas en nombre de la democracia que hace que nos replanteemos su verdadero sentido, porque parece que la expresión democracia sea el talismán que lo justifica todo.

Subirse al estrado de la Cámara de Diputados no es algo que esté al alcance de todos, por ello los oradores deberían tener un mínimo respeto y pulcritud a la hora de exponer sus alegatos, reivindicaciones o réplicas, sin embargo vamos de mal en peor. De la elocuencia verbal hemos pasado a una burda charlatanería con toda retahíla de insultos, descalificaciones y ofensas que nos constriñe a considerar el bajo nivel de nuestra cámara y en consecuencia señalar a muchos parlamentarios sin un mínimo sentido del saber estar, del respeto, y desconsideración a la representación que ostentan.  

Aquello de que en política todo vale, ahora se personifica en el Parlamento, uno diría que se ha dado un paso más; en efecto Meritxel Batet, otra “perla” que preside la Cámara, ha dado luz verde a toda ofensa que se quiera pronunciar en el hemiciclo ignorando y desatendiendo  cualquier interpelación ajustada al incumplimiento del reglamente.
 
Una vez más parece que la democracia ampara la libertad de expresión por encima de la honorabilidad incluso del Jefe del Estado, sentado las bases para que en ese sentido no haya límites. Así no nos sorprendería que en esta legislatura pudiéramos llegar a escuchar insultos y ofensas acordes con la estopa de algunos parlamentarios: “es Vd. un hijo de… o un perfecto cab…” sin mayor problema pues la ilimitada libertad de expresión, al menos en el lugar más representativo y soberano del pueblo, parece estará permitido por la actual presidenta.

Que nadie se llame a engaño o me malinterprete, no se pone en duda la legitimidad de nuestro Presidente en una coalición y pactos todo lo rocambolescos y mercantilistas que se quiera, pero al fin y al cabo legales. Uno que es justamente demócrata, acepta el juego dentro de los límites establecidos por la Ley de leyes, y esta investidura, aunque no ha sido un ejemplo de moralidad, si ha discurrido dentro de la legalidad. Transitar por el filo que separa lo legal de lo legítimo tiene sus riesgos y aunque la moral adquiere su peso específico en la política, no es determinante. Si en justicia la reparación exige una penitencia, en política el perdón exige un arrepentimiento que solo afecta a la moral, y en todo caso no tiene efectos prácticos porque política y justicia no van siempre de la mano.

Hemos de asumir que estamos ante un cínico hedonista que ha tenido la habilidad de manejar todos los manuales facticos a su alcance para alcanzar el poder, pero esto es lo que el pueblo ha querido, y por mucho que los varones del PSOE hayan sacado pecho en su momento fiscalizando ciertos pactos, a la hora de emitir su voto, ha pesado más la retribución del puesto que ocupan a las convicciones morales, de las que me remitía al inicio, de la Sra. Orama. En cuanto a los pactos con ERC todavía hay mucho por conocer y solo Sánchez sabe o cree hasta dónde puede llegar.

Confiemos que la cordura regrese al parlamento y se recuperen las formas. Aunque no soy quien para dar consejos, propondría a buena parte de los diputados que leyeran o en su caso releyeran el Pigmalión para no desentonar.

Tarragona, 8 de Enero de 2020

Luis Álvarez de Vilallonga



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