Durante mi infancia la Navidad representaba el tradicional belén o pesebre que no podía faltar en cada hogar, la entonación más o menos afinada de los perdurables villancicos, la ilusión de la llegada de los reyes magos de oriente cargados de regalos, que se encargaban de proveer padres, padrinos, tíos y amigos y aquí se acababa la historia.
Hoy la historia ha cambiado o nos la han cambiado y las costumbres y tradiciones ajenas nos han invadido. En Cataluña, afortunadamente hemos conservado el ancestral “cagatió” pero también ha ganado terreno, el abeto, el papá Noel o Santa Claus y al paso que vamos tendremos al Son goku o Bola de drac como símbolos navideños.
La inocencia, real o fingida, se prolongaba hasta los 6 o 7 años. Ahora es imposible mantener el artificio, entre otras cosas porque los regalos llegan antes de reyes. Pero más allá de las tradiciones, las luces, los árboles, los reyes o Santa Claus en su trineo arrastrado por renos, el sentido de la Navidad está extendido por todo el orbe de la tierra y aunque en occidente las fiesta se prolonga con la llegada del nuevo año y la Epifanía, no cabe duda que el mensaje que representa la estrella de oriente y el nacimiento de Jesús caló muy hondo en el mundo a través de los siglos y aún hoy queriéndole atribuir un sentido banal, nadie escapa estos días al espíritu solidario y generoso, especialmente hacia los niños.
¿Que hay de cierto en todo esto para un adulto?, cada cual entenderá su verdad pero es evidente que año tras año Jesús se hace presente en el pesebre de la vida, y es así que en cualquier circunstancia su mensaje nos da pie para renovar cada año el propósito de conseguir un mundo mejor en paz y convivencia, por más que en algunos sectores estas fiestas rezumen materialismo frente a poses de dogma religioso, y así obviando el mensaje de Jesús hemos construido entre todos un mundo de opulencia y miseria donde las diferencias aumentan cada año y a fuerza de ver pisoteadas vidas ajenas la piel se nos endurece y nos alineamos con justificaciones obscenas de los gobiernos poderosos.
Paradójicamente la Navidad genera júbilo y tristeza, generosidad, amor y comprensión, nostalgia y resignación, es un sinfín de sentimientos donde el espíritu afable se instala en las familias como un invitado, un visitante amigo que llega a nuestro hogar, pero, solo por unos días.
¡Feliz Navidad! Un deseo, un tópico, pero también un contrasentido mientas sabemos que medio mundo sufre en Navidad.
Luis Álvarez de Vilallonga
Tarragona, 25 de diciembre de 2013
1 comentario:
Preciosos simbolos Navideños...
Siempre cerca
un abrazo
Marina
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