domingo, 4 de agosto de 2019

EL PARAGUAS DEMOCRÁTICO

Visto el “Despotismo Democrático” de Donald Trump, o el drama del Brexit en el RU ya nada podría sorprendernos, pero las argucias políticas son ilimitadas y los lideres instaurados y los emergentes son capaces de mimetizar la realidad hasta el punto de hacer dudar a los politólogos más avezados. Algo parecido sucedió, salvando las distancias, a mediados del siglo XVIII cuando los reyes absolutistas implantaron el Despotismo Ilustrado con reformas que favorecían la cultura, la mejora de condiciones de vida a los súbditos o permitiendo la creación de sociedades económicas, pero salvaguardando el poder omnímodo de los monarcas, así lo resumía el célebre lema “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Hoy bajo el paraguas del vocablo DEMOCRÁCIA cabe un sinfín de engaños, farsas y cambalaches para lograr fines políticos que al fin y al cabo acaban rentabilizándose en bienes personales y de partido. En efecto, en el siglo XXI, un nuevo despotismo encubierto planea sobre los poderes fácticos. La proliferación de líderes populistas en una sociedad falta de referentes morales y de honestidad política, con aspirantes de toda índole, prestos a acomodarse en la prostituida poltrona del poder, es el reflejo de una sociedad inerte, incapaz de reaccionar, solo movida individualmente y por intereses personales.

Si hoy tuviéramos que señalar la figura de un líder anti populista, se nos haría harto difícil perdidos en la nebulosa de políticos capaces de escribir sin rubor decencia y honradez con renglones torcidos; pero lo grave radica en la opinión de una joven sociedad huérfana de educación objetiva en política, historia o humanismo, ávida de derechos y parca en obligaciones, toda una incógnita de futuro a la hora de emitir su voto con y la injerencia de un perverso maniqueísmo que señala a buenos y malos en función del sufragio.

En un auténtico Estado de derecho, debe privar una rigurosa separación de poderes, una inflexible condena a toda forma de corrupción, una ley electoral justa y equitativa, al tiempo que se armonice la excesiva desigualdad social; pero la metodología populista va calando en los políticos de turno con discursos que resoplan palabras altisonantes en contra a sus adversarios pero vacías de contenido, inventando sus verdades y obviando las realidades, polarizando adeptos-rivales, y fomentando la aversión cuando no el odio y la movilización de masas.
Así las cosas, parecería utópico augurar la autodestrucción de la democracia en términos absolutos, sin embargo acechan a la vuelta de la esquina referéndums plebiscitarios, políticas neoliberales o autoritarismos dogmáticos logrados en las urnas. Ante esas recetas, la irrupción de líderes demagógicos que alcancen el poder en comicios democráticos, asumiendo una soberanía que las urnas les conceden solo en usufructo, y que en determinada coyuntura podrían usurpar al pueblo, supondría poner en peligro el sistema más garante que hoy conocemos.

Afortunadamente parece que en España, las mayorías absolutas quedaron atrás, pero en cualquier caso la amenaza subyace y la UE deberá ser garante que evite se adultere nuestro serio sistema democrático.

Tarragona, 14 de Junio de 2019


 Luis Álvarez de Vilallonga

No hay comentarios: