sábado, 3 de agosto de 2019

LOS EXTREMOS NO SE TOCAN

Finalizado el tiempo de sufragio universal, como mínimo en dos convocatorias electorales, es tiempo de señalar algunas particularidades y conceptos asumidos por nuestra querida España y por asimilación sustancial por nuestra identitaria Cataluña.

La aparición de Vox en el escenario político ha puesto en alerta a todo el aparato de partidos a lo largo y ancho del territorio. A Vox se le tacha de fascista, nostálgico, homófogo, machista, franquista y hasta friki; uno no entrará a juzgar todos estos calificativos que podrían ser ciertos, pero primero hay que demostrarlo (como bien sabemos los catalanes, no bastan las declaraciones de intenciones para que se consume la de investigado) por otra parte reivindicar la monarquía, respetar a las Fuerzas Armadas, a la Guardia Civil, a la Policía Nacional, o salvaguardar la unidad de España, son realidades que muchos partidos políticos asumen con naturalidad. Es así que la extrema derecha en nuestro país parece que produce un pánico y rechazo irracional después más de cuarenta años de democracia. Cuando Podemos irrumpió en la política (entonces era extrema izquierda pura), nadie se rasgó las vestiduras y tras una reconversión racional a la moderación, bajaron a la tierra (condición sine quanon) para tener alguna posibilidad de tocar poder.

Está claro que por diversas razones ideológicas y de planteamientos populistas, en este país, los extremos no se tocan, y Vox tendrá el recorrido que los votantes quieran, pero no hay que menospreciar el equilibrio que puede aportar a las fuerzas de derecha, a fin y al cabo el arte de gobernar, pasa desde pactos contra natura, hasta cambios radicales de posicionamientos en función de intereses personales o de partidos.

La mentira es una expresión despreciable, reprobable, pero que solo adquiere un tono condescendiente con los políticos, quizá porque nos hemos acostumbrado a ella ya que está instaurada de forma permanente en debates y campañas electorales. Otra cosa es cuando ya obtenido el rédito electoral, se produzcan pactos negociados bajo el mostrador. En todo caso lo evidente es que las últimas legislativas han puesto de manifiesto la moral colectiva a los pies del trono Sanchista.

El caso de Cataluña, merecería un capítulo aparte, que abordaré en otra ocasión, quizá después de las autonómicas seria el momento. En todo caso comentar que el contexto en que se desarrolla toda actividad política, legislativa y judicial en el ámbito del Govern de la Generalitat, subyace el nacionalismo (independentismo) en contraposición con el patriotismo (españolismo) ambos valores despreciados recíproca y sistemáticamente sin razonamientos claros y convincentes. Quizá porque a estas alturas pesan más los sentimientos que las realidades históricas.

Tarragona, 05 de Junio de 2019

Luis Álvarez de Vilallonga




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