sábado, 7 de diciembre de 2019

LA IDENTIDAD Y EL HECHO DIFERENCIAL

Según el Diccionario de uso María Moliner Identidad, como primera acepción define 1: cualidad de idéntico, como subacepción, relación entre cosas idénticas. 2: Igualdad que se verifica siempre, cualquiera que sea el valor de las variables que contiene 3: Circunstancia de ser efectivamente una persona la que se dice ser

Por si mismas estas definiciones son de sentido común y veraces, sin embargo el uso político que se le ha dado al vocablo, confirma una vez más la importancia que tiene la sintaxis a la hora de condicionar el significado de cada expresión en el contexto de una frase, oración o parágrafo, en el tiempo y momento adecuado, y sobre todo al colectivo que va dirigido cuando se toma intencionadamente la parte por el todo.




Es evidente que existe un componente identitario cultural, pero sobre todo folclórico en las diferentes comunidades y dentro de ellas mismas. Los bailes, la música, los deportes o competiciones rurales, las fiestas tradicionales o, la lengua. Hechos que en ningún caso justifican supremacía de unas sobre otras. Por otra parte, los tópicos peyorativos o en su caso loables, como tacaño, holgazán, chulo, falso, engreído, trabajador, sociable, esplendido, etc… solo son aplicables a nivel individual y por tanto no forman parte de una pretendida identidad colectiva.

La pertenencia a una comunidad determinada solo implica el lugar de nacimiento adscrito a esa comunidad. El mestizaje es un hecho incuestionable. Antaño se produjeron intensas migraciones de unas provincias a otras en busca de trabajo, en la actualidad, con la globalización y la movilidad de nuestros jóvenes en busca de oportunidades fuera de nuestras fronteras, hace que la pretendida identidad colectiva pierda protagonismo en favor de la llamada “patria chica”, que en realidad es el hecho de no renunciar al  uténtico origen.
La tendencia a acaparar y sobre explicitar identidades genéricas es el resultado de una polarización política que denota la obsesión por imponer un pretendido hecho diferencial disfrazado, con la realidad, algo sectario y discriminatorio.
Nada tiene que ver la capacidad intelectual, el éxito profesional o el reconocimiento internacional de una persona con su lugar de procedencia; sí, nos causa cierto orgullo que se identifique con nuestra comunidad de nacimiento, pero en el fondo su origen y raíces pueden estar vinculadas en otro lugar del territorio.      

Existen otros elementos asociados con la corrupción utilizados para imputar identidades. Los pelotazos de los 80 con nombres y apellidos, el manejo irregular  de los fondos procedentes de la U.E.,  o las sucesivas leyes de reforma educativas, exudando cierta ideológica solapada con la educación académica en algunas autonomías, pero tampoco la sociedad ha sido ajena a los casos Banca Catalana, Juan Guerra, Barrionuevo, la burbuja inmobiliaria o la politización del Tribunal Constitucional. Todo ello ha involucrado a no pocas comunidades autonómicas, pero no por ello habrá que colgarles un “San Benito” identitario.

Si se quiere, la identidad emerge del esencialismo i en ese sentido descubrimos hechos diferenciales tangibles e incuestionables entre los seres humanos: hombre, mujer, color de la piel o raza, lengua, actitudes explícitas por filosofía de vida, tradiciones y religiones. Es evidente que esos rasgos se transmiten a través de generaciones, pero también se crean nuevos, es así que en la contemporaneidad de nuestros días, la identidad individual aun en lo tradicional es algo que evoluciona.  
Uno, que es catalanista (todavía con algo de seny) y muchos otros de mi generación, sabemos más tradiciones de Cataluña que muchos jóvenes catalanes independentistas adheridos a la causa. Se me ocurrió preguntar a un joven amigo si sabía lo que es el tiratge de una sardana  y hacer la partición, o definirme lo que era una revessa, me contestó que no tenía ni idea, a otras pregunta sobre el origen del somatén o conocer las distintas versiones del Cant dels segadors o las diversas versiones de su letra antes de ser declarado oficialmente himno nacional de Cataluña según la Ley de 25/02/1993 firmada por Jordi Pujol, tampoco supo darme contestación. No es que el tema merezca mayor importancia, pero al menos da idea de la demagogia que se esconde detrás de la falsa y manipulada identitat.

Luis Álvarez de Vilallonga

Tarragona, 21 de Agosto de 2019

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