martes, 14 de abril de 2020

ESTUDIANTES, ACIVISTAS Y OPORTUNISTAS

A uno no le ha sorprendido. Era de esperar que una vez consumada una de las tipificadas formas de violencia en calles, plazas y avenidas de Barcelona y otras ciudades de nuestra comunidad; cortes de carreteras, autovías, autopistas, vías férreas, estaciones y aeropuertos; las manifestaciones en forma de tumultos, huelgas y coacciones llegaran a las universidades catalanas.

Hay que decir que las universidades han sido siempre estamentos por antonomasia de germen y denuncia, protestas y manifestaciones ante el Estado, cuando la sociedad ha visto cercenados sus derechos y libertades. La gran paradoja se produce cuando esto sucede en un Estado Democrático de pleno derecho que goza de las mayores libertades concebibles en  democracia. Siendo así, la función de las universidades, es formar académicamente a los futuros profesionales, intelectuales o líderes que pudieran asumir algún día responsabilidades de gobierno. Sin embargo en democracia, no compete a las universidades dirimir problemas políticos que deben solventarse en las cámaras o parlamentos; sí estarían  legitimadas para movilizarse en asuntos de políticas sociales o temas educativos que afecten a la propia organización y funcionamiento de las universidades.

Es lamentable que sindicatos de estudiantes como SEPC, AEP o SP hayan convocado una huelga indefinida, y naturalmente, tácitamente movilizaciones activas con barricadas y piquetes disuasorios, exigiendo la liberación de los “presos políticos”, políticos presos y manifestando su protesta por la sentencia del procés

Una huelga que no tiene connotaciones laborales ni académicas, se trata pues de una huelga política. Pero aún más grave es la concomitancia de algunos rectores, y claustros que se prestan a la descabezada propuesta de “evaluación única” que exime a todos los estudiantes de asistir a clase y presentar trabajos, dependiendo todo de un único examen, algo irresponsable porque las materias docentes están programadas para que el alumno las asuma en cada clase durante todo el curso. Esta propuesta conculca los  derechos de los estudiantes que desean acceder a las aulas tras haber satisfecho la matrícula y oportunas tasas; también, por aquello de (a rio revuelto ganancia de pescadores) a los supuestos estudiantes que se pasan el tiempo en el bar, o no dan ni golpe, ya les va bien el invento y entran al trapo. Nos se nos escapa que este despropósito favorece focalizar las protestas en la calle al disponer los huelguistas de todo el tiempo para manifestarse.            

En ningún caso es aceptable que se permita a estudiantes activistas encapuchados bloquear las aulas, levantar barricadas o dormir en las universidades para impedir el libre acceso a los estudiantes responsables que reclaman el derecho a asistir a clase. Así lo ha expresado el Foro de Profesores y Universitarios por la Convivencia a través de un escrito con más de 800 adhesiones remitido a los rectores de universidades que rechazan la sentencia del Supremo. Con todo, el supuesto prestigio de la Pompeu Fabra, desgraciadamente ya se está poniendo en entredicho. 
   
Ante tal despropósito ha surgido S’ha Acabt, un movimiento estudiantil para hacer frente a los activistas que les impiden acceder a las clases. Confiemos que esto no derive en enfrentamientos radicales y se respete la libertad de ejercer el derecho individual de adherirse o no a una huelga politizada.

Me pregunto, que clase de profesionales saldrán de estas universidades con rectores que pretenden justificar políticamente la dejación de sus obligaciones académicas, con el agravante que esta situación académica se hace extensible a los institutos de secundaria y a las escuelas de FP.

¿Con que base se va a acceder a las universidades? ¿Cómo vamos a pretender luego la excelencia en el trabajo de quienes no han adquirido los conocimientos exigibles en un programa académico? 
En democracia, los pronunciamientos políticos en la universidad, no hacen sino que aumentar el clima de  tensión y provocar enfrentamientos inútiles que debilitan el sistema educativo.

La universidad es sabiduría, ciencia, experiencia y prestigio y entre todos la estamos la estamos adulterando.

Tarragona, 31 de Noviembre de 2019

Luis Álvarez de Vilallonga




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