A uno no le ha sorprendido. Era
de esperar que una vez consumada una de las tipificadas formas de violencia en
calles, plazas y avenidas de Barcelona y otras ciudades de nuestra comunidad;
cortes de carreteras, autovías, autopistas, vías férreas, estaciones y
aeropuertos; las manifestaciones en forma de tumultos, huelgas y coacciones
llegaran a las universidades catalanas.
Hay que decir que las
universidades han sido siempre estamentos por antonomasia de germen y denuncia,
protestas y manifestaciones ante el Estado, cuando la sociedad ha visto
cercenados sus derechos y libertades. La gran paradoja se produce cuando esto
sucede en un Estado Democrático de pleno derecho que goza de las mayores
libertades concebibles en democracia.
Siendo así, la función de las universidades, es formar académicamente a los
futuros profesionales, intelectuales o líderes que pudieran asumir algún día
responsabilidades de gobierno. Sin embargo en democracia, no compete a las
universidades dirimir problemas políticos que deben solventarse en las cámaras
o parlamentos; sí estarían legitimadas para
movilizarse en asuntos de políticas sociales o temas educativos que afecten a
la propia organización y funcionamiento de las universidades.
Es lamentable que sindicatos
de estudiantes como SEPC, AEP o SP hayan convocado una huelga indefinida, y
naturalmente, tácitamente movilizaciones activas con barricadas y piquetes
disuasorios, exigiendo la liberación de los “presos políticos”, políticos
presos y manifestando su protesta por la sentencia del procés.
Una huelga que no tiene connotaciones laborales ni
académicas, se trata pues de una huelga política. Pero aún más grave es la
concomitancia de algunos rectores, y claustros que se prestan a la descabezada
propuesta de “evaluación única” que exime a todos los estudiantes de asistir a
clase y presentar trabajos, dependiendo todo de un único examen, algo
irresponsable porque las materias docentes están programadas para que el alumno
las asuma en cada clase durante todo el curso. Esta propuesta conculca los derechos de los estudiantes que desean acceder
a las aulas tras haber satisfecho la matrícula y oportunas tasas; también, por
aquello de (a rio revuelto ganancia de pescadores) a los supuestos estudiantes
que se pasan el tiempo en el bar, o no dan ni golpe, ya les va bien el invento y
entran al trapo. Nos se nos escapa que este despropósito favorece focalizar las
protestas en la calle al disponer los huelguistas de todo el tiempo para
manifestarse.
En ningún caso es aceptable
que se permita a estudiantes activistas encapuchados bloquear las aulas,
levantar barricadas o dormir en las universidades para impedir el libre acceso a
los estudiantes responsables que reclaman el derecho a asistir a clase. Así lo
ha expresado el Foro de Profesores y Universitarios por la Convivencia a través
de un escrito con más de 800 adhesiones remitido a los rectores de
universidades que rechazan la sentencia del Supremo. Con todo, el supuesto
prestigio de la Pompeu Fabra, desgraciadamente ya se está poniendo en entredicho.
Ante tal despropósito ha
surgido S’ha Acabt, un movimiento estudiantil para hacer frente a los activistas que les impiden
acceder a las clases. Confiemos que esto no derive en enfrentamientos radicales
y se respete la libertad de ejercer el derecho individual de adherirse o no a
una huelga politizada.
Me pregunto, que clase de
profesionales saldrán de estas universidades con rectores que pretenden
justificar políticamente la dejación de sus obligaciones académicas, con el
agravante que esta situación académica se hace extensible a los institutos de
secundaria y a las escuelas de FP.
¿Con que base se va a acceder
a las universidades? ¿Cómo vamos a pretender luego la excelencia en el trabajo
de quienes no han adquirido los conocimientos exigibles en un programa
académico?
En democracia, los
pronunciamientos políticos en la universidad, no hacen sino que aumentar el
clima de tensión y provocar
enfrentamientos inútiles que debilitan el sistema educativo.
La universidad es sabiduría,
ciencia, experiencia y prestigio y entre todos la estamos la estamos
adulterando.
Tarragona, 31 de Noviembre de
2019
Luis Álvarez de Vilallonga
No hay comentarios:
Publicar un comentario